Mucho se ha debatido este fin de semana sobre el gol que la industria discográfica ha colado a los medios de comunicación. En la trampa no sólo cayó –parcialmente– Libertad Digital. Picaron desde El Mundo hasta El País, pasando por La Vanguardia o el Diario de León. Todos por perseverar en la costumbre de transcribir un despacho de agencia, en este caso de Efe. La noticia se hacía eco de un informe, presentado al alimón por el presidente de la Federación Internacional de Productores Discográficos (IFPI), John Kennedy, y Antonio Guisasola, presidente de Promusicae –antigua AFYVE–, en el que se defendía que España es uno de los diez países del mundo que más discos piratea. Todo falso.
Al menos Libertad Digital –cuya opinión al respecto de las entidades de gestión y piratería siempre ha sido clara– fue en dirección contraria a la media titulando de otra forma: en vez de incidir en la mentira de la décima posición española, recalcó que, aquí, el número de discos pirateados se sitúa por debajo de la media mundial. El texto de la noticia estaba tomado directamente de Efe.
El gran error que cometimos los medios residió en no consultar el informe de la IFPI. Nacho Escolar lo hizo y se encargó de encender la luz de alarma. Leído en profundidad, se descubre que muchas de las cosas que se defienden son, sencillamente, falsas. Ni estamos en la lista de los diez países más piratas ni representamos una de las principales preocupaciones para la industria, ya que "el ambiente legal está cambiando positivamente" para las discográficas.
Sería inútil y cobarde negar que, al menos en esta ocasión, la mayoría de los medios hemos contribuido a propagar el falso mensaje victimista que, ya sea desde las españolas SGAE o Promusicae, o desde las británicas IFPI y estadounidense RIAA, nos endosan casi a diario. Muchos estudios (no sólo los que le conviene la industria) han demostrado por activa y por pasiva que la piratería ni es tan mala como nos tratan de vender ni repercute tanto sobre la caída de ventas. Claro que si el informe presentado se maquilla convenientemente, pueden conseguirse unos resultados acorde a los deseos. Así, el estudio presentado la semana pasada en Madrid sufre un lapsus inquietante: África no existe. ¿Por qué contabilizarlo si puede descuadrar las cifras?
Asumiendo como responsable de Internet de Libertad Digital el error cometido, me permito, sin embargo, discrepar del enfoque que se le está dando a la polémica. Siendo importante que los medios de comunicación hayamos caído como bobos en la trampa que nos han puesto delante, lo es más que, de nuevo, la industria musical haya demostrado que no le importan lo más mínimo los medios que emplea cuando persigue un determinado fin. La mentira es su arma, y la inocencia o credulidad de los medios y consumidores su apoyo. Eso es lo más preocupante.
Tampoco me parece lo más relevante que España ocupe el puesto décimo o el 148 de la lista de los países que más piratean en el mundo. Lo que más me irrita es que los afectados por la piratería jamás detallan cómo demonios saben que se han vendido 16 millones de copias ilegales en España y 1.200 millones en todo el mundo. Concretar cómo recaban estos datos es un requisito imprescindible para que sus cifras tengan un mínimo de credibilidad. Y, por favor, que no sigan recurriendo al manido argumento de que un disco no vendido equivale a disco pirateado. Porque además de estúpido es falso. Tanto como el informe que el señor Guisasola nos puso como cebo y que los medios de comunicación procedimos a engullir con tanta inocencia.