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Agapito Maestre

Verborrea politológica

Cualquier cosa es posible para estos “científicos de la política”, excepto reconocer lo obvio: nacionalistas y terroristas han ganando en una sociedad enferma, entre otras razones porque el PSE no ha querido caminar unido con el PP

Los resultados electorales del domingo son claros. Han ganado, otra vez, los pistoleros de ETA y los nacionalistas. Los constitucionalistas tienen sobradas razones para el desánimo. El PSE apenas ha subido tres escaños respecto a las de 2001 y el PP ha bajado tres. Por supuesto, a partir de esos datos básicos, la interpretación que de ellos se hagan será siempre política. Los partidos tenderán a exagerar sus éxitos y a ocultar sus fracasos. Más aún, intentarán extraer lo mejor de esos resultados para “pactar”, en cierto sentido para seguir haciendo política, con los otros partidos políticos. La genuina política se alimenta de esa ambigüedad creativa. Quizá, por eso, sobrevive.
 
La ciencia política, por el contrario, intenta interpretaciones apodícticas. Se presenta como un saber preciso sobre lo impreciso. Acaso por eso siempre está al borde del fracaso, y, casi siempre, fracasa. Los “informes” de los politólogos sobre las elecciones vascas son una manera de medir el fracaso de la “ciencia política”. Peor aún, una manera inmoral de justificar la política de ZP. Sí, soy de la opinión que peor, muchísimo más peligroso, que un político, o un periodista al servicio directo del PSOE, a la hora de interpretar los resultados electorales del País Vasco es un politólogo. El domingo por la noche, por ejemplo, el señor Llera, profesor de esa “extraña” ciencia, que no sólo hace encuestas en el País Vasco sino que también las interpreta, decía que el panorama en el País Vasco había cambiado radicalmente. Confundía el deseo con la realidad y afirmaba, como si el resto de los mortales viviéramos en otro mundo, que se abrían espacios de esperanza para los constitucionalistas. El PNV había bajado y el PSOE había ganado tres diputados. El Pacto de Lizarra había muerto. Por tanto, los constitucionalistas deberían estar contentos.
 
Otro colega de Llera en Madrid, el profesor Alburquerque, decía algo parecido en Telemadrid, pero era mucho más “radical”, o sea burdo, al decir que la única alternativa plausible de gobernabilidad residía en un pacto entre el PNV y el PSE, porque el modelo alternativo de Ibarreche, su famoso plan, no había obtenido suficiente respaldo. ¡Terrible! Cualquier cosa es posible para estos “científicos de la política”, excepto reconocer lo obvio: nacionalistas y terroristas han ganando en una sociedad enferma, entre otras razones porque el PSE no ha querido caminar unido con el PP. O, dicho de modo más suave, la desunión entre PSE PP hace imposible el cambio político en el País Vasco.
 
¡Ay, cuando la verborrea politológica oculta la inmoralidad de los gobernantes, estamos al borde del precipicio!

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