Como era previsible y como era perceptible en las últimas semanas, el PSOE ha comenzado a apropiarse del discurso neoconservador ante la lamentable pasividad del PP. Las declaraciones de Zapatero ante la Liga Árabe reproducen algunos de los argumentos esenciales del pensamiento que anima los procesos de reforma y transformación del Oriente Medio –del Gran Oriente Medio–, impulsado por Bush.
No es algo sorprendente. Ha sido la prensa próxima al Gobierno la que más portadas ha dedicado en las últimas semanas a explicarnos que en Irak se ha inaugurado una nueva era, y la que ha comenzado a preguntarse si, realmente, no estará ocurriendo en Irak y en el mundo islámico algo digno de ser tenido en cuenta y respaldado. Mientras tanto, la prensa supuestamente cercana al PP permanece al margen de asunto, y nos aclara que prosiguen las disputas sobre “los fantasmas del Windsor” o los efectos que puede tener la anorexia a largo plazo.
Que Zapatero se permita decir que “la libertad es la mejor barrera contra el fanatismo", que "no hay incompatibilidad alguna entre la democracia y el mundo árabe, como nos recuerdan los procesos electorales celebrados recientemente en Irak y Palestina a pesar de todas las dificultades”, y que “así lo atestiguan también los alentadores avances de las libertades y las reformas políticas en curso en numerosos países árabes" es un acto de desvergüenza imponente. Porque algunas de esas dificultades que han complicado los procesos electorales a los que alude han sido causadas por él. Personalmente por él. Fue él quien retiró las tropas de debían proteger a los votantes iraquíes, pretextando que no se puede imponer la democracia por la fuerza, como si de lo que se tratara fuera de llevar a la gente a las urnas a punta de pistola y no de protegerla para que no fuera asesinada antes de llegar al colegio electoral. Fue él quien animó a los demás Estados que tenían tropas desplegadas allí a que siguieran su ejemplo, y ha sido él quien ha vinculado la democratización de Irak con los asesinatos del 11-M ante la opinión pública. Fueron él y su partido quienes llamaron asesinos a quienes defendimos la democratización de Irak.
Zapatero ha comenzado a copiarle las ideas a Bush. ¡Ha comenzado a copiarle las ideas a Aznar!
Pero lo peor es que el PP parezca estar dispuesto a permitir que el PSOE consume esa apropiación sin más polémica, que carezca de la voluntad de reivindicar el sentido de su apoyo a la guerra de liberación de Irak, que es lo que le hizo perder las elecciones.
El PP tiene dos opciones: esforzarse en mostrar a los españoles el verdadero sentido del 11-M, el verdadero valor de las víctimas y el verdadero rostro de sus verdugos, es decir, poner orgullosamente en valor su política en Irak, y hacer que los españoles quieran ser parte de ella, o sobrellevar indefinida, resignada y gratuitamente el estigma que ensombrece su futuro. Y encima, ver cómo Zapatero se convierte en el adalid de la democratización de Irak. Dentro de poco veremos a Leire Pajín contándonos “la realidad” de lo que pasa en Irak, y pidiéndonos dinero para que los niños iraquíes vayan a la escuela. Decenas de miles no podrán ir, porque los mataron Sadam y la paz de la ONU. Incomprensible.