Parece ser que la cuestión vasca ha llegado a unos extremos que no deja a nadie indiferente, ni siquiera a los que dicen haberse pasado media vida en un armario. Uno de éstos, después de arremeter con vehemencia contra el nacionalismo, exhuma un texto juvenil lamentable de un llorado poeta que mereció tener una suerte mejor de la que tuvo y sigue teniendo. Un mínimo de buen gusto y el respeto que me merece la memoria de ese poeta me vedan reproducir ese texto que sin duda su propio autor habría destruido si hubiera sobrevivido a su trágico destino. No sé si es más repugnante el texto en sí o la utilización que de él se hace con el fin de equiparar nacionalismo y patriotismo, es decir, lo que divide y lo que une a los hijos de una patria común.
