El pasado diciembre, Apple presentó tres demandas contra los editores de las páginas web Apple Insider, Think Secret y PowerPage por publicar información confidencial de la compañía. La demanda también incluía a 25 empleados, de los que presuponía habían pasado la información confidencial a los tres editores. La compañía de la manzana argumentó durante el juicio que las filtraciones atentan contra la ley que protege los secretos comerciales y exigió a los responsables de las páginas que identificasen a las gargantas profundas que habían transmitido la información. No pidió el cierre de las webs, sólo que revelaran sus fuentes. Los demandados trataron de defenderse invocando la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense, que ampara el derecho de los periodistas a no revelar la identidad de sus fuentes. El Juez del Tribunal Superior del condado de Santa Clara, James Kleinberg, encontró el pasado viernes no procedente el argumento de la defensa al entender que el interés por proteger los secretos comerciales de Apple está por encima del derecho a la información.
Internet, y de forma más intensa la blogosfera, se ha mostrado prácticamente unánime a la hora de condenar el rumbo que está tomando el caso. Entienden que se trata de un disparo directo al corazón de la libertad de información y un freno a la capacidad de los weblogs para dar a conocer cuestiones que los medios tradicionales no quieren, no pueden o no se atreven a publicar. También podría provocar, como ha denunciado Terry Francke, fundador de la organización Californians Aware, que las grandes compañías dejen de hablar con los periodistas. Peter Scheer, de la California First Amendment Coalition, ha expresado un temor similar al vaticinar que los medios de comunicación "solamente publicarán las cosas que las corporaciones deseen leer". Otros, como Michael Gartenberg, se pregunta si las demandas de Apple no son una cortina de humo para proteger el lanzamiento de nuevos productos.
La Primera Enmienda asegura a todos los estadounidenses el derecho de reunión y a los medios les garantiza la libertad de expresión: ambos pueden ejercerse sin miedo a represalias. Sin embargo, tal y como determinó en 1919 el juez del caso Schenck contra Estados Unidos, uno no puede ponerse a gritar fuego en un teatro si no está seguro de que el local ha comenzado a arder. En caso contrario, el pánico devendría en histeria y ésta en más que probables lesiones de los asistentes. O dicho de otra forma: no siempre puedes decir lo que te venga en gana sin que tenga consecuencias.
En cualquier caso, existen dos errores de base a la hora de enjuiciar el caso Apple. El primero es que la gran mayoría de los internautas no ha dudado en definir a Apple Insider, Think Secret y PowerPage de "blogs". ¿Lo son en realidad? Tengo mis dudas. Cualquiera que visite con frecuencia bitácoras en Internet podrá comprobar con un sólo un vistazo que Think Secret –en diseño, contenido, formato– tiene de "blog" lo que el Wall Street Journal de prensa rosa. Tres cuartos de lo mismo sucede con Apple Insider o Apple Insider. No son "blogs", sino medios de información o, más exactamente, confidenciales sobre noticias relacionadas con Apple. ¿Hasta dónde alcanza la Primera Enmienda? ¿Debe proteger a cualquier persona que se ponga delante de un ordenador a escribir textos? ¿Son los blogger periodistas?
Para empezar habría que diferenciar qué es un "blog" y qué es un medio de comunicación, porque no puede ser que, por arte divino, los diarios personales se hayan convertido en medios de comunicación de la noche a la mañana. Si se entendiera de esta forma cualquier persona podría publicar con total impunidad información en su página que le ha dicho ese chico al que se lo comentó esa chica que tenía un amigo... Y aquí no pasa nada.
El segundo error es pensar que Apple pretende acabar con los "weblogs". En absoluto: la compañía sólo ha pedido al tribunal que le reconozca el derecho a saber quién pasó la información a Apple Insider, Think Secret y PowerPage. Quién de la empresa, en definitiva, violó el acuerdo que obliga a no divulgar secretos empresariales. De ahí a orquestar una campaña de acoso y derribo contra los "blogs" hay un abismo.