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José María Aznar

Confiemos en la libertad

Hace dos años algunos líderes decidieron romper la solidaridad de los aliados. Creo que harían algo difícil de explicar a las generaciones futuras si no pusieran ahora toda su voluntad en reconstruir la relación atlántica y en sacar a la OTAN del calabozo

El mundo tiene en este momento desafíos muy importantes. La lucha contra el terrorismo y la democratización de Oriente Medio están en el primer renglón de la agenda internacional. Restablecer la potencia de las relaciones entre América y Europa, incluida su fuerza de disuasión frente a regímenes inestables, es una tarea urgente y necesaria. Favorecer la democracia frente al populismo pre-dictatorial en América Latina es una necesidad evidente. También lo es buscar una salida para la Organización de las Naciones Unidas, incapaz hasta ahora de reflexionar críticamente sobre sus propias acciones y sobre su futuro.
 
Hoy empieza un nuevo mandato presidencial en los Estados Unidos. Al Presidente Bush y a su Administración les corresponde en gran medida buscar y proponer soluciones. Pero encontrarlas no es una responsabilidad exclusiva de los Estados Unidos. También lo es del resto de los actores del escenario internacional. En otras palabras: si queremos que se solucionen los problemas, Bush tendrá que hacer su trabajo, pero los demás también tendrán que hacer algo.
 
Veamos el principal terreno de la lucha contra el terrorismo: Irak. Todos estamos de acuerdo en que los terroristas han decidido hacer de ese país su propio Verdún. El 30 de enero se celebran elecciones libres en Irak. Todos sabemos las dificultades que existen. Pero todos deberíamos apoyar con todas nuestras fuerzas su celebración y la creación de un gobierno libre. El ejemplo de Afganistán es valioso, y abre una puerta a la esperanza de la implantación de la democracia representativa y del estado de derecho en un área donde nunca ha existido. Si los iraquíes votan el día 30 y ven después que el mundo les apoya en sus esfuerzos de paz y de democratización habremos dado un paso que puede ser definitivo para ellos y para nosotros.
 
Algo no muy distinto puede decirse de Palestina. Es mucha la responsabilidad que tiene ahora el nuevo presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas. También Ariel Sharon y George Bush, pero sobre todo el presidente palestino. Y no es pequeña la responsabilidad de los líderes europeos. Permitir el terrorismo es lo que ha llevado al pueblo palestino a un callejón sin salida. Obstinarse en imaginar un futuro sin Israel es lo que ha hecho que lleven cincuenta años perdidos. Consentir una administración corroída por la corrupción es lo que ha empobrecido a los palestinos. Ahora hay una nueva oportunidad que Abu Mazen no puede desaprovechar, ni tampoco Israel. Americanos y europeos debemos ayudar cuando se circule en la dirección correcta, pero también es nuestra obligación retirar el apoyo si se consiente que sigan perviviendo los factores que han impedido que Palestina alcance la madurez de un Estado fiable, serio y democrático.
 
En cinco semanas el Presidente Bush viajará a Europa. Encontrará una Unión Europea más grande, en cuyo Consejo se sientan jefes de gobierno de países que padecieron la tiranía del comunismo durante cuarenta años. Hace dos años algunos líderes decidieron romper la solidaridad de los aliados. Creo que harían algo difícil de explicar a las generaciones futuras si no pusieran ahora toda su voluntad en reconstruir la relación atlántica y en sacar a la OTAN del calabozo en el que la han encerrado. Es imposible pensar que Europa pueda ser alternativa a los Estados Unidos mientras continúe tan alejada económicamente y tan vulnerable en el terreno militar. Lo mejor que los líderes europeos podrían hacer es aprovechar la visita del Presidente Bush para fortalecer la alianza política y militar, y empezar a hacer todas las reformas que Europa necesita para competir de verdad con los Estados Unidos en un mercado libre de carácter mundial. No tiene sentido girar la cabeza hacia las experiencias negativas de la relación atlántica del pasado. Lo que corresponde ahora es afrontar juntos los desafíos futuros a la seguridad occidental. Poner fin a los planes nucleares de Irán sería un buen trabajo.
 
La respuesta que cada protagonista internacional ofrezca a estos desafíos puede ser una respuesta de libertad y democracia, o puede consistir una vez más en el juego táctico de bajo perfil. Lo mejor de creer en la libertad es saber que siempre señala el camino correcto. Por eso deseo que en este período que ahora empieza no sean sólo los Estados Unidos los que le den una oportunidad a la libertad.
 
Esta es la traducción al español del artículo que José María Aznar publica este jueves en The Wall Street Journal.

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