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Eduardo Pedreño

Redes de pensamiento y miopía en Internet

Que no haya diarios digitales de izquierda es un problema de la anquilosada izquierda española, tal vez confiada en exceso a la anticuada pancarta y a medios como El País o Telecinco

En los últimos ocho años la utilización de Internet como herramienta de propagación de ideas políticas ha sido creciente. Cada año que pasaba surgían más webs de una u otra orientación en defensa de todo tipo de ideas, personas y partidos, y poco a poco esas webs han ido calando, con mayor o menor fortuna, en la población internauta. En los últimos meses hemos visto muchas noticias y un cierto grado de discusión pública acerca del papel que juegan los medios online (tanto los más tradicionales –Libertad Digital– como los weblogs y las comunidades) en el mundo político.
 
Sin embargo, tengo la ligera impresión de que todos los análisis se han hecho desde el prisma equivocado. Un aspirante a gurú desde El País hablaba abiertamente de "redes de pensamiento agitativo", y hace pocos días me sorprendí leyendo un artículo en Rebelión.org que poco menos que restaba legitimidad a este medio por estar siendo financiado por empresas, como si la publicidad no fuera, al fin y al cabo, la que financia todos los medios, de izquierdas y derechas, en todas partes. Estos análisis, más que sesudas interpretaciones acerca del papel de los medios, el nivel de participación o las posibles implicaciones del auge de micromedios militantes, parecen simples pataletas progresistas por el hecho de que la mayor fuerza provenga de medios liberales y conservadores.
 
Pero más allá de todo esto, lo cierto es que Internet es el mundo real. Con sus virtudes y defectos, pero cada día que pasa es más reflejo de la realidad social y menos un mundo virtual para un reducido grupo de expertos. La orientación política que encontremos en la web será simplemente reflejo de lo que acontece en el mundo real. Para empezar, los medios en la Red tienden de manera natural a la mayor ideologización, libres de las ataduras del papel. Si surge un medio como Libertad Digital y se convierte en líder –muy envidiado– entre los digitales puede ser por muchas causas: por ejemplo, que el líder en la calle sea el diario de izquierdas por excelencia, o que muchos lectores no encuentren en el quiosco todas las respuestas para su postura política. De ahí que los lectores de este medio sean bastante más que lectores en muchos casos (ahora, incluso accionistas). Que no haya diarios digitales de izquierda es un problema de la anquilosada izquierda española, tal vez confiada en exceso a la anticuada pancarta y a medios como El País o Telecinco, pero que en la Red, a causa de una miopía galopante e inexcusable, se ha visto superada por los acontecimientos. La presencia de la izquierda se plasma en medios alternativos de claro corte radical y, por su propia concepción, minoritarios. Tal vez la derecha sea la que más iniciativa tiene, la que en mayor inferioridad de condiciones se encuentra en el mundo real (de ahí el inevitable refugio, en la forma de paraíso de libertad, que se abre en la Red) y la que por las propias circunstancias políticas más ha crecido en los últimos meses a través de publicaciones, comunidades tipo El Zapatazo, decenas de weblogs liberales, páginas con mayor o menor acierto contra Zapatero y su Gobierno, todas ellas enriquecidas con una audiencia participativa y animada. Y si leemos auténticos disparates en los foros de estas páginas no son en absoluto inferiores a las que se pueden leer en las del otro lado como Los Genoveses, que en todas partes cuecen habas y los bocazas, para bien o para mal, abundan más de lo que debieran.
 
En resumen, la participación política en la Red, venga de donde venga (izquierdas o derechas), es siempre bienvenida para el intercambio de ideas y posturas. Buscar conspiraciones en algo tan legítimo como expresarse libremente es algo que sólo hacen quienes no creen en la libertad de expresión (por mucho que se les llene la boca de ello), los absolutistas y los radicales de uno u otro signo. Quienes políticamente no nos significamos ni en uno ni en otro bando no nos escandalizamos de esta realidad; al contrario, le damos la bienvenida. El debate constructivo, siempre que sea civilizado, es de agradecer. Y si irrumpe un medio de calidad de izquierdas en la Red, desde esta columna será, que duda cabe, bienvenido y leído fielmente. Pero de nada sirve lamentarse y acusar de sinsentidos a quien sólo expresa su forma de pensar. Esa es una mala costumbre a menudo ejercida desde el más férreo progresismo.

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