Además del mejor y más vendido diario económico del mundo, The Wall Street Journal se ha convertido en el bastión del cobro por contenidos en Internet. Muchos de los medios de comunicación digitales que en su momento optaron por pasar del gratis total al todo de pago, como aquí el diario El País, recurrieron al ejemplo del periódico estadounidense para demostrar que, si las cosas se hacen bien, finiquitar el gratis total es, más que una locura, una empresa viable.
El problema es que todos los que trataron de compararse con el Journal cometieron un error de bulto: ellos no eran el Journal. Ni en papel ni, mucho menos, en Internet. Sólo se necesita entrar una vez en WSJ.com para encontrar sus innumerables virtudes. Lo difícil es salir y no plantearse seriamente que merece la pena desembolsar los 79 dólares anuales que se requieren para acceder a la totalidad de sus contenidos, situación que no se produce con el resto de periódicos sobre los que se ha echado el cierre. Además de consulta a sus tres ediciones (estadounidense, europea y asiática), el internauta/abonado dispone de libre acceso a los perfiles, siempre de calidad, de 30.000 compañías, índices bursátiles en tiempo real –obvio, la compañía editora es Down Jones– y toda suerte de esclarecedores gráficos.
El diario económico lleva varios años siendo rentable, afianzándose como modelo a seguir. Sin embargo, ahora el WSJ.com está comenzando a sopesar si la decisión de cerrar la totalidad de sus contenidos no ha sido errónea. Y es que, como le sucede a El País, la estrategia del cobro es incompatible con el aumento de reconocimiento. Un diario es marca, porque ésta es la que otorga notoriedad y, a fin de cuentas, poder: poco importa que mil personas conviertan en rentable tu periódico si sólo esas mil personas conocen lo que dices. ¿Marca o rentabilidad? Esta es la disyuntiva con la que todo diario “on line” se ha topado en algún momento.
Ahora el WSJ.com da un tímido paso atrás. Abrirá parte de sus contenidos sólo a los escritores de bitácoras y permitirá, durante cinco días, que todos los internautas puedan acceder libremente a su versión digital. La noticia es importante: cuando el rey se resfría, su séquito se constipa. Y acertada, porque permitirá saber hasta qué punto el número de visitas crece o se mantiene, lo que podría provocar que el Wall Street Journal decida abrir la totalidad de sus contenidos para depender íntegramente de la publicidad. Lo últimos estudios, en los que se advierte de que los anuncios "on line” moverán 9.000 millones de dólares este año sólo en Estados Unidos, pueden jugar a favor de que se acabe tirando el candado a la basura. No obstante, existe un otro factor de mayor calado: el Journal cuenta con 3,6 millones de usuarios únicos, mientras que The New York Times disfruta de 9,1 millones, según datos de Nielsen/NetRatings. Más de cinco millones de usuarios es mucha, demasiada diferencia.