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Antonio José Chinchetru

Stallman odia la libertad

Stallman celebra que los gobiernos recorten la capacidad de decisión de la sociedad civil si lo hacen para imponer la visión del mundo que él defiende

El software libre se fundamenta en cuatro libertades. La primera de ellas, denominada "Libertad cero", consiste en "la libertad de usar el programa, con cualquier propósito". Esto es perfecto si se aplica una condición, que exista la "libertad de no usar el programa". En el momento que esto no es posible deja de haber libertad.
 
Richard Stallman, al que en justicia hay que reconocer como uno de los padres del software libre, se ha convertido en un totalitario. El Proudhon de la informática acaba de demostrar que odia la libertad en esta materia. Celebra que los gobiernos recorten la capacidad de decisión de la sociedad civil si lo hacen para imponer la visión del mundo que él defiende. Ha encontrado el aliado perfecto en en presidente brasileño, Lula da Silva. El populista mandatario suramericano ha hecho una fuerte apuesta por el software libre en su país. Esto es algo que hay que celebrar siempre que se refiera a su uso por la Administración pública. Sin embargo, cuando se le impone su uso a organizaciones privadas se está coartando la libertad, aun cuando se haga en nombre de esta última.
 
El creador del proyecto GNU se congratula de que Lula haya obligado a la organización RITS a utilizar software libre en vez de Windows, como tenía previsto. Dicha entidad, según explica en su propio sitio web, es una asociación privada y autónoma. Si tiene estas características, es un ataque directo a su libertad que el Ejecutivo brasileño le imponga el uso de un sistema operativo y unos programas informáticos distintos a los que había decidido. Se está en este caso ante una clara violación de la autonomía de la sociedad civil. Con la excusa de extender el software libre, el Gobierno de Lula coarta la libertad en el terreno informático
 
Al celebrar esta medida, Stallman demuestra sus ansias totalitarias. Su visión del mundo es radicalmente contraria a la del otro gran nombre del software libre, Linus Torvald. Este último, al que el celoso nuevo Proudhon llama "coronel Linux", defiende la convivencia de los dos modelos de software. Esta es la auténtica libertad, la que permite que cada uno utilice lo que cree que le conviene sin que tenga que venir nadie de fuera (y menos un Estado) a decirle que tiene que hacer.
 
Stallman, como buen  totalitario de izquierdas, habla de libertad para destruirla. Tan sólo tolera que se sea como él quiere. Su odio a la autonomía de la sociedad civil le ha convertido en el mayor enemigo del software libre, pues puede alejar de este a quienes sí creen en la capacidad de decisión individual.

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