Uno nunca pierde del todo la ingenuidad. Creía que la canallada de Guerra sobre la que hablé hace poco en el artículo “Un gran hombre”, quedaba liquidada con el comentario, pero veo que no es así. Un amigo me ha alertado sobre otro libro, exculpatorio del GAL, publicado hace poco por el periodista afín al PSOE Diego Carcedo, sobre el general Sáez de Santamaría, en el que repite la misma patraña, puesta ahora en boca del general: yo habría sido el infiltrado que había permitido la liberación de Oriol y Villaescusa en 1977. Por lo tanto, no estamos ante una canallada particular, sino ante una campaña.
Pero quizá me exprese mejor en forma de autoentrevista:
P. ¿Por qué crees que salen con estos cuentos ahora?
R. Porque mis libros, en especial Los mitos de la guerra civil y Los crímenes de la guerra civil, por lo mucho que se han vendido y se siguen vendiendo, han hecho mucho daño al PSOE y a los comunistas, e intentan destruirme de alguna manera por estos métodos. Ya Stanley Payne, en su comentario sobre mis libros, señalaba que los ataques a mis trabajos se realizan “por medio de una suerte de censura de silencio y de diatribas denunciatorias más propias de la Italia fascista o de la Unión Soviética que de la España democrática”. Como vemos, se ha quedado corto: hay más que diatribas.
P. ¿Por qué les hacen daño tus libros?
R. No debieran hacérselo, porque son de historia, y una historia que empieza a ser vieja. Pero para el PSOE y los comunistas, la guerra civil es una fuente inagotable de legitimación política y de deslegitimación de la derecha. La han convertido en uno de los principales pilares de su propaganda, y ahora mismo están volviendo a sembrar los viejos odios, los viejos rencores con sus campañas sobre la represión de la guerra y la posguerra. No tratan esos temas como historia, ya que hablan sólo de las víctimas de un bando, olvidando las del otro y las que se causaron las izquierdas entre sí, y olvidan además quién empezó. Utilizan la historia, utilizan los muertos de una forma inicua y peligrosa. De ahí que no vean mis libros como libros de historia, sino como un ataque a uno de los pilares de su política. Lo que hacen es mucho peor que la corrupción económica.
P. ¿Hay algo de verdad en esas acusaciones de Guerra y Carcedo, y probablemente de muchos otros?
R. Podemos plantearlo así: si fuera cierto, yo habría echado por tierra uno de los atentados terroristas más graves de la transición. Por lo tanto, deberían estarme agradecidos, por un lado, y por otro no deberían decirlo, porque ello equivale a poner mi vida en peligro. Pero, en primer lugar, no lo dicen como un elogio, sino todo lo contrario, lo sitúan en un contexto sórdido. Y en segundo lugar, lo que dicen supone una auténtica colaboración con los terroristas, ofreciéndome a su venganza.
P. Pero, ¿hay algo de cierto en lo que dicen?
R. Es obvio que no hay nada. Carcedo escribe como el clásico intoxicador chequista, poniendo en boca del general Sáenz de Santamaría unas palabras que tendrá que demostrar que las dijo el general. Si el general, que parece exculpar al GAL, dijo eso, es que era un completo inepto, pues sus palabras están llenas de inexactitudes y habla en base a suposiciones que él, como jefe de la lucha contra el terrorismo, no puede hacer: o sabe o no sabe. Son palabras provocadoras, insinuantes, típicamente chequistas, apoyándose en el comisario Conesa, que, claro, nunca podrá desmentirle porque ha muerto, como el propio general. Esas palabras me parecen más propias de un individuo de muy pocos escrúpulos como Carcedo que de quien, por su cargo, forzosamente tenía que saber a qué atenerse. En todo caso tenemos el testimonio de Barrionuevo, y supongo que también de Martín Villa, y de bastantes más. El intento de exculpar al GAL es también significativo. El PSOE practicó hacia el terrorismo una doble política, reflejo de su mentalidad profundamente corrupta: por un lado claudicaba ante los asesinos, negociaba con ellos, incluso pensaba cambiar las leyes a su favor, y por otra imitaba sus métodos. Estudiando al PSOE uno se percata del enorme papel que han jugado en su historia las campañas de calumnias y falsedades contra sus adversarios, es algo estremecedor. Han sido verdaderos maestros de la calumnia y la provocación. Podíamos confiar en que habían cambiado, pero desgraciadamente el cambio ha sido muy insuficiente.
P. Si no hay nada de verdad, el peligro para ti es menor.
R. No, el peligro es igual o mayor. En primer lugar, los terroristas no necesitan una verdad, sino un pretexto para actuar, el pretexto que les sirven en bandeja estos provocadores de estilo tan típicamente chequista. En segundo lugar, no tienen por qué actuar ellos. Un posible atentado contra mí, después de todas estas cosas, les sería enseguida atribuido, aunque podría muy bien proceder de otro lado, máxime teniendo en cuenta experiencias como el GAL.
P. ¿Piensas recurrir a la justicia?
R. Sí
P. ¿Tienes confianza en la justicia?
R.La normal.