El acto público que celebró este lunes el Partido Popular en Valencia ha supuesto como tantas otras veces el punto de inflexión más importante en la campaña electoral de los populares. La plaza de toros de la capital valenciana se ha transformado en el escenario previsto para que el candidato Rajoy pueda lanzar lo que va a ser, sin duda, uno de los mensajes principales en esta recta final de la campaña: "Quiero un apoyo amplio para un gobierno estable". Dicho de otra forma, Mariano Rajoy pide una mayoría absoluta para evitar un Gobierno de coalición multipartito y quiere un Gobierno sin problemas para que no se convierta en un "suplicio nacional" cada iniciativa legislativa del Ejecutivo. En resumen, el candidato del PP está pidiendo una "mayoría cómoda" para que el trabajo del Ejecutivo no sea una sistemática carrera de obstáculos.
A estas alturas de la película, ya nadie se cree que si el PP no alcanza la mayoría absoluta o se sitúe al borde de la absoluta, el Partido Socialista no pueda articular una mayoría con una gran coalición parlamentaria. Eso es una realidad y ha dejado de ser un simple argumento electoral. Si el Partido Socialista puede gobernar aunque sea con una pirueta constante, no duden que así lo hará. En estos momentos, la alternativa se perfila definitivamente en dos frentes: por un lado el Partido Popular; por el otro el Partido Socialista con el apoyo de un ramillete de partidos distintos en su origen, en sus objetivos y en todos sus intereses.
Ciertamente la experiencia que ya tenemos de los Gobiernos de coalición que el Partido Socialista ha articulado de forma reciente es muy mala. El Gobierno de las Islas Baleares en la anterior legislatura y el actual Ejecutivo de Cataluña son los dos ejemplos más claros de los efectos demoledores de un Gobierno con intereses diferentes y muchas veces encontrados. Desde luego esta situación no parece la más conveniente desde un punto de vista pragmático. Ante las dificultades que se avecinan desde los nacionalismos vascos y catalán, no aparece como lo más acertado que el Gobierno de España sea un conglomerado de siglas, convertido en un permanente "tira y afloja". Un Partido Socialista gobernando con una constelación de "estrellas y estrellitas", se transformará en poco tiempo en una auténtica bomba de relojería.