Según los sondeos que ha publicado este jueves El Mundo y el CIS, el PP podría conservar la mayoría absoluta, aunque perdería entre seis y once diputados respecto a las generales del 2000. Para hacer una comparación más cercana de la evolución en la intención de voto, hay que recordar que, según la encuesta realizada por Sigma-Dos, el PP aventajaba en diciembre al PSOE en 11,1 puntos, distancia que se recortó en enero situándose en los 10,7 puntos, para quedar reducida ahora en los 6,2. No obstante, hay que señalar que, aunque haya sido de forma muy tardía, Mariano Rajoy ha empezado a reaccionar y a poner nervio electoral, y no hay que descartar, que el candidato popular se convierta en un vendedor que esté a la altura del buen paño que él mismo ha ayudado a confeccionar, aunque, como candidato, lo haya mantenido tanto tiempo en el arca.
En cualquier caso, ha sido un error esperar tanto. Si esta reacción tardía no es una rectificación, sino que forma parte de una estrategia premeditada, el error es doble. Porque si bien en circunstancias estables, hay que reservar el acento para el final de campaña, no se puede mantener un discurso plano al margen de la gravedad de los acontecimientos que pueden sobrevenir antes de llegar a esa recta final. Y en el PSOE se han sucedido de forma escalonada y de una extrema gravedad. Desde que Zapatero saliera con algo tan disparatado como proponer 17 tribunales Supremos y 17 agencias tributarias o respaldando un referéndum ilegal contra la soberanía de las Cortes generales si se celebraba en Cataluña, el perfil del candidato del PP no fue entonces ni siquiera bajo, sino nulo; las únicas réplicas procedieron de Aznar, de los ministros afectados y de algún notable del PSOE que aun esperaba que Zapatero no sobreviviría al frente del partido tras las próximas elecciones. ¿Y que ha dicho Rajoy para que los españoles nos sintamos orgullosos del derrocamiento de Sadam? ¿Y qué dijo Rajoy al saberse que el dirigente de los independentistas que van en listas conjuntas con el PSOE pedía a ETA lo que le pidió? ¿Y qué dijo Rajoy cuando ETA anunció que concedía a Carod Rovira lo que este le había pedido hasta por escrito?
Hemos visto a Zapatero ondear con desfachatez en los mitines el documento del Pacto Antiterrorista, sin ver a Rajoy, Avui en mano, leyendo lo que le pedían a ETA los socios de Zapatero. Tampoco los veremos cara a cara en un debate, desaprovechando además el magnífico regate en corto que mostraba cuando era ministro el candidato popular .
Pero, en fin, Rajoy ha reaccionado positivamente, y cómo no faltarán los que den por buenos hasta sus errores pasados de campaña, con tal de que no tenga que depender de nadie para gobernar, tranquilizaremos a los empiristas de turno que le asesoran, diciéndoles que sí, que creemos probable que su buen paño lo compre una mayoría absoluta, y todavía más holgada que la que le regatean los últimos sondeos. ¿Satisfechos? Nosotros estaremos aliviados, pero no satisfechos si no logra algo que puede – o por lo menos, pudo- estar en su mano como es que el destino de Zapatero sea el mismo que el que tuvo que correr, con menos motivo, el derrotado contrincante de Aznar.