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EDITORIAL

Rajoy incentiva mientras Zapatero dilapida

Los candidatos del PP y el PSOE a la presidencia del Gobierno acaban de lanzar dos propuestas económicas muy concretas, pero que vienen a reflejar por sí solas lo que se puede esperar de ambos candidatos en el terreno económico: confianza frente a riesgo. Mientras Rajoy, tras anunciar que reducirá todos los tramos del IRPF, se ha comprometido ahora con una muy apreciable reducción de impuestos para las Pymes, Zapatero ha vuelto por la vieja senda demagógica del socialismo anunciando ya que subirá un 26 por ciento las pensiones más bajas. Mientras el primero incentiva la creación de nuevos empleos y de nueva riqueza –que son las que permiten financiar las mejoras del bienestar- el otro se lanza directamente a comprometer una riqueza que todavía no ha generado. Mientras Rajoy siembra, sabiendo que es la única forma de recolectar, Zapatero se nos muestra como un irresponsable depredador de recursos ajenos que pone en peligro nuestro futuro con sus irresponsables ofertas del presente.
 
El aumento de las pensiones bajo el Gobierno del PP no ha sido causa, sino consecuencia del aumento de la prosperidad que se ha generado. La política de dejar a los ciudadanos y a las empresas con más parte de su propia renta, es la que ha permitido al Gobierno de Aznar multiplicar las afiliaciones y sanear la maltrecha Seguridad Social que heredó de los gobiernos de González, incrementando al tiempo responsablemente las cuantías de las pensiones y creando un fondo de reserva.
 
Ahora Zapatero nos sale con toda la tradicional demagogia de su partido comprometiéndose a dedicar 4.000 millones de euros para aumentar las pensiones mínimas, las no contributivas, las más bajas y las de viudedad, un incremento que aplicará –según dice- desde el primer día de su mandato. Que Zapatero desconoce nociones básicas de economía es algo que tanto él como nosotros ya hemos dejado patente. Pero que tenga problemas hasta con un simple calculo matemático resulta todavía más inquietante, ya que con esa cantidad, simplemente, Zapatero no cubre el incremento que pretende llevar a cabo.
 
Con todo, quizá el rasgo más peligroso de las declaraciones de Zapatero, tanto para la economía española en general, como para el sistema de pensiones en particular- es que Zapatero haya puesto de ejemplo a González como si hubiera sido este el padre de la criatura. No fue González el que generalizó el sistema público de pensiones, sino alguien no menos receloso que él del libre mercado, como fue Franco. Lo que sí hizo González, gracias a su política de destrucción de empleo, fue poner al sistema prácticamente en quiebra técnica, tal y como vino a reconocer hasta su propio ministro de Economía, Pedro Solbes.
 
La clase política –incluido el PP- ha preferido hacer el avestruz en Toledo, pero que el sistema público de reparto es un sistema estructuralmente deficiente frente a un sistema competitivo de capitalización individual, es algo que le podrían haber confesado a Zapatero hasta esos expertos contratados por su partido a los que, finalmente, no ha sabido hacer caso. No obstante, como toda rémora, siempre será más sostenible por una política que estimule la creación de riqueza que la que trate de dilapidarla...
 

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