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Guillermo Rodríguez

España.es y los siete pecados capitales

Cuando se leen las líneas maestras de lo que será España.es, plan que sustituirá al fracasado Info XXI, a uno le vienen a la cabeza los siete pecados capitales.

Veamos por qué.

Soberbia. Y mucha, en el ministro Josep Piqué, que es incapaz de reconocer el fiasco del Plan Info XXI y, sobre todo, no se ruboriza a la hora de solicitar la corresponsabilidad de todos a la hora de potenciar la Sociedad de la Información en España. Escamotea el hecho de que si ocupa el cargo que ocupa es, precisamente, porque debe asumir ciertas responsabilidades. Es inaudito que quiera cargar con la tarea al resto de la sociedad. No cuesta mucho esfuerzo vaticinar cómo acabará este tema: si España.es termina siendo un éxito, el tanto se lo apuntarán en exclusiva el ministro y su equipo. Por el contrario, si resulta tan estrepitoso como el Info XXI, la culpa se repartirá entre todos. No es astucia, es falta de pudor. O exceso de soberbia, como se prefiera ver.

Avaricia. Cualquier persona que lea las intenciones de España.es pensará que son buenas, muy buenas. Pero si se ahonda un poco más y se analiza lo hecho hasta el momento, puede concluirse que el proyecto peca de avaricia por los cuatro costados. Una y otra vez los estudios nos recuerdan que España ocupa el furgón de cola de los países europeos en materia de Sociedad de la Información. Según puede extraerse de los propósitos de España.es, parece que fuéramos la locomotora que tirara del resto. Los objetivos a cumplir no son realistas, lo que provocará con casi toda seguridad que no se lleve a cabo ninguno. Abarca mucho, y aprieta poco.

Envidia. En el fondo, lo que transmite el Plan es una (sana) envidia por alcanzar el mismo desarrollo que otros países no tan lejanos (Alemania, el Reino Unido o Francia) han experimentado en una cuestión tan esencial para el siglo XXI como es la Sociedad de la Información. En este caso la envidia es sana, y puede servir de acicate para recuperar todo el tiempo perdido.

Ira. La que levanta en la mayoría de los usuarios la lentitud con la que se va consiguiendo el desarrollo de la Sociedad de la Información. Muchos negocios dependen de las ayudas que recibe del Gobierno para su supervivencia, pero algunos más contemplan cómo el sector se estanca porque la ignorancia en Nuevas Tecnologías sigue siendo moneda común entre la mayor parte de la población. Ese es el principal motivo de que la gente no compre en Internet, no utilice la banca on line, no invierta su dinero en la mejora de su parque tecnológico. Es la pescadilla que se muerde la cola. El Ministerio de Ciencia y Tecnología ha contagiado su escepticismo a los ciudadanos. Y así andamos, estancados.

Pereza. La que transmite el Ministerio de Ciencia y Tecnología, que prefiere emplear el tiempo y el dinero en "iniciativas campanario", esas que suenan mucho pero que no tienen nada dentro, como lo fue el Plan Info XXI y como esperamos que no lo sea el España.es. De nada sirven las buenas intenciones si luego no se materializan.

Gula. Tras varios años de actividad, se percibe un deseo desmedido del Ministerio de Ciencia y Tecnología por acaparar las páginas de los periódicos a base de discursos sin contenido. Las líneas maestras en las que se divide el plan son buena prueba de ello. Esperemos que el fomento de la formación digital no implique medidas tan absurdas como los autobuses que flotó al antigua ministra del ramo, Anna Birulés, para llevar Internet a todas las zonas del país. O que la concienciación del ciudadano no se realice insistiendo en mantener el alto coste por contratar una línea ADSL. O que el plan de comunicación a la sociedad no derive en mera propaganda política. O que la introducción de las nuevas tecnologías en las PYME no se limite a promocionar en una decena de empresas las bondades de los marketplaces. No es exagerar. Es lo que ha pasado hasta ahora.

Lujuria. Sería la sensación que nos entraría a todos si Josep Piqué no yerra en sus intenciones y consigue sacar a España de esos puestos ignominiosos en los que se encuentra en materia de la Sociedad de la Información.

Que los siete pecados capitales se transformen en las siete virtudes capitales, por favor.

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