He visto en el Congreso a varios políticos con vaqueros de marca, empezando por los que se dicen los más progres y los que se enorgullecen de defender a los pobres. Una causa por la que estamos todos, no son ellos los únicos ni los dueños, como lo creen ser, de semejante tarea.
Además de los jeans caros, en el Congreso he visto a una madre con su bebé. Pese a que "la Cámara dispone de un servicio de guardería", la política de Podemos Carolina Bescansa no ha dudado ni un instante en hacer uso de su hijo de pocos meses para plantarlo en el Congreso, pasarlo de mano en mano (ya vimos a Pablo Iglesias haciéndole carantoñas) y hasta de darle de mamar. Otro acto de progrería que ha sido ampliamente criticado en las redes.
Una cosa es la práctica de los politicians kissing babies de la época de la democracia jacksoniana, bastante criticada en Estados Unidos y en el mundo desde hace algún tiempo, por cierto. La práctica consiste en que los políticos se den un baño de multitudes y aprovechen para besar a los niños que se les pongan a mano, y hasta cargarlos en brazos. Y otra cosa es ir a un Congreso a mostrar lo gran madre que se es al no querer separarse de su hijo ni un instante. Sencillamente da asco y da pena por el niño, que con tan pocos meses ya lo implican en tan absurdos tormentos. Pero la gente por hacerse famoso hace cualquier cantidad de tonterías. He ahí la prueba. Y lo que trajo el barco.