Ya empezó a suceder lo que sabíamos que sucedería con el caso Payá-Cepero (si bien el líder del MCL era más conocido que el joven activista político, creo que debemos recordarlo junto a él, como siempre estuvo). Lo que ha sido un complot y un crimen político ya va deslizándose hacia el fenómeno que yo llamo el fond de commerce del castrismo: el chantaje y el terror. Es de lo que han vivido toda su vida, desde el año 1959.
Dos artículos lo prueban en El País, el de la bloguera Yoani Sánchez, y el de el ex corresponsal en Cuba Mauricio Vicent. La una cuidando su posición de disidente aceptada del raulato light y el otro ganándose puntos para que lo dejen regresar a la isla a recuperar su casita alegre y bonita. Aunque debo señalar que el artículo de Vicent –para mi sorpresa-, dice entre líneas lo que pocos se atreverían en su condición de rehén económico. Y dice mucho, dice por ejemplo que no se puede ir a bailar en casa del trompo. Él conoce bastante del tema, porque por casi veinte años supo asumir la corresponsalía de uno de los diarios más importantes del mundo bailando como Nureyev en casa del trompo, una de cal y otra de arena. Ya es decir considerablemente al reconocer de manera indirecta que él formó parte consciente de la escenografía.
En el artículo de la bloguera (¡bof, agotador!), ya podíamos imaginarlo: lo que se lee entre líneas es que el gobierno español de derechas, claro, ha cometido un error al enviar a un emisario del PP, de Aznar y de Esperanza Aguirre, puesto que ha entregado a un objeto de chantaje de manera fácil y burda. Y claro, esa persona ha puesto las relaciones de Cuba y España en peligro por culpa de los siguientes irresponsables: Aznar, Aguirre, el PP, Rajoy, y Oswaldo Payá Sardiñas, por cierto, un disidente muy apartado al que tildaban de antiguo y hasta de "comepinga" los blogueros en Cuba, por ser católico, de centro, y sobre todo, con un proyecto político, o varios, de una gran lucidez y solidez, criticable, por supuesto. En este artículo Sánchez desvía la luz hacia los intereses de España y Cuba y la desenfoca del crimen y de lo que debería ser primordial: la investigación de ese crimen y la claridad y libertad de Ángel Carromero.
De hecho, no bien asesinados Payá y Cepero, ya se ha pasado a otra cosa, el régimen castrista publica en la televisión cubana las declaraciones del sueco y del español. ¿Cuándo se ha visto que los tiranos castristas promulguen semejante movida por un simple "accidente" de tráfico? De lo que se desprende que del "accidente" pasarán a cargos mayores contra Carromero, que es el que ha caído en la peor de las trampas. No, perdón, en la peor cayeron Payá, Cepero, y sus familias. Ellos dos están muertos. Para ellos no hay remedio.
El entierro sirvió para sacar de nuevo a los disidentes de diseño y de postín del raulato light y colocarlos en un show mediático callejero. Posteriormente, han pasado (el martes) algunos programas televisivos con el asunto siguiente: mexicanos deportados por haber querido contactar con disidentes durante la visita del Papa en el mes de marzo de este año; ahí, como para reafirmar el paquete, mencionan a la bloguera Sánchez, para darle más credibilidad, como la opositora que lucha de manera light y right para ellos (vean aquí cómo ya la lucha por la libertad de Cuba se ha convertido en una batallita a lo fashion politique).
También acaban de lanzar en Miami -siempre poniendo a sus espías a trabajar en aras de la confusión que beneficia al régimen-, un proyecto político, dado que hasta ahora no lo tenían, de un grupo en el que hay al menos un prófugo de la justicia norteamericana. El resto, más de la mitad de la lista, pudieran ser afines o lo son a los cambios cosméticos con los Castro en el poder. Es el caso del millonario Carlos Saladrigas, quien debería dedicar sus millonarios recursos del Cuban Study Group a promover una investigación exhaustiva sobre lo que acaba de ocurrir en Cuba y, en lugar de hacerlo, se dedica a fomentar un capitalismo más salvaje (a lo Singapur, dicho por él mismo) del que ya se soporta en Cuba. Pero esos son los cubanos que también tenemos en el exilio, con ínfulas de mayorales ejerciendo poder sobre los doce millones de carneros robotizados.
O sea, muerto Payá y creyendo ellos que podrán matar al Movimiento Cristiano Liberación, se sacan de la manga del mago, o del mango de la maga, una cosa de algo así como Concordia con los criminales. De vómito.
Así es como va la cosa con Cuba, eso es lo que trajo el barco. De Ángel Carromero se olvidarán pronto, como se olvidaron de Alan Gross, como ya pretenden olvidarse de Payá y de Cepero. El gobierno español sigue en su tibieza de choricería diplomática, también poniendo más luz sobre los intereses que sobre los verdaderos hechos. Me temo que a Carromero le caerán unos cuantos años por la cabeza; esperemos que su gobierno sepa acompañarlo en tamaña prueba.
Repito, Payá y Cepero están muertos. Ahí no hay remedio. Toca ser más que nunca aliados de la familia y del Movimiento Cristiano Liberación, al que este año el Premio Nobel de la Paz debería tener en cuenta más que nunca. Por la esperanza de los cubanos que quieren una Cuba sin los Castro y por la memoria de tantos hombres justos asesinados.