Una adolescente cubana, mestiza, campesina, de 15 años, cuyo nombre es Berenice Héctor González, fue apuñalada por una represora en plena calle. La joven Berenice trató de defender el honor de las Damas de Blanco frente a la represora, otra joven de 18 años, cuyo nombre ignoramos.
¿Por qué Berenice debió enfrentarse a esta mujer que trataba a las Damas de Blanco de prostitutas, delincuentes, con los peores epítetos que podamos imaginar, dignos de los esbirros castristas? Pues porque cuatro familiares cercanos a ella son miembros de esta organización que defiende a los presos políticos y los DDHH en la isla.
Tampoco es que el pueblo cubano ande por las calles sumado y defendiendo a los disidentes, más bien los ignora, se calla o, como hizo la represora, los agrede. Pero a Berenice le tocaron la dignidad de sus familiares y decidió defenderla de manera educada.
Últimamente las agresiones han ido agravándose. Primero golpeaban públicamente, insultaban, después empezaron a inyectar con jeringuillas a las Damas de Blanco, cosa que hicieron a varias de ellas, incluida su líder, Laura Pollán, que murió misteriosamente tras una enfermedad perfectamente curable según los diagnósticos del hospital en el que fue ingresada. Un hospital perteneciente al régimen, y que es considerado una joya más de la "potencia médica mundial", pero que no pudo salvar a Laura Pollán de una gripe aguda.
Con el hecho criminal ante el que estamos, apuñalamiento en plena calle y sesenta y ocho puntos de sutura en heridas consideradas graves por el médico que las atendió, más los daños psicológicos causados a esta joven, observamos un recrudecimiento del terror castrista. Para colmo, la joven y varias personas de su familia fueron además posteriormente golpeadas salvajemente a ojos de todos. Nadie hizo nada por ayudarlas.
Conocemos los hechos, pero no sabemos cuál va a ser el rumbo que tomarán las cosas. Aunque ya sabemos que Cuba no es un país normal. ¿Habrá juicio, tribunales, se juzgará a la criminal que hizo esto a pleno sol, de manera impune? Por el momento la delincuente no sólo sigue paseándose inmune, además se ríe a mandíbula batiente en la cara de su víctima y de los familiares; junto a su padre, otro chivatiente castrista.
Ahora, eso sí, a mí me gustaría tener el nombre de esa mujer, su foto, su dirección, y la mayor cantidad de datos posibles. Los nombres de los verdugos, de los represores, del castrismo, han ido saliendo a la palestra pública en diversos blogs cubanos, pero hasta ahora ningún periódico internacional ni ningún bloguero o periodista, de los leídos masivamente, han tenido la sensibilidad de demostrar con nombre, apellidos e identidad gráfica quiénes son los que ejecutan, en la mayoría de los casos, las órdenes de Castro II de matar y apuñalar en plena calle. Sí, de ese mismo Castro II, "el señor de los cambios".
De modo que yo pediría a los disidentes cubanos, o a algún periodista independiente, pero sobre todo a los corresponsales extranjeros, que escriban sobre este caso, y sobre los demás casos ocurridos ya anteriormente, e ignorados o ligeramente tratados. Y que publiquen en los medios a los que representan las identidades de estas bestias, que saquen los nombres de la maldad, las caras de los que día a día agreden y asesinan en las calles cubanas.
Si esto hubiese ocurrido en los Estados Unidos, o en cualquier otro país, por razones estrictamente políticas –como ha sido el caso–, el grito unánime mundial estaría todavía partiendo los tímpanos a los ángeles. Pero como se trata de Cuba, y la complicidad con el régimen es harto conocida, muy pocos se movilizan por la verdad.
Espero que la Unicef haga lo que tiene que hacer en este caso, y que sea la primera en denunciarlo como corresponde. Los familiares de Berenice tendrían que escribir cartas a la Unicef, a las organizaciones internacionales de protección de la infancia, para que su denuncia quede por escrito y sea leída. En su misiva deberían exigir además que su demanda sea divulgada tal como se hace con otros casos en otras partes del planeta.