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Zoé Valdés

Los franceses que llegan a Cuba

Los franceses que llegan hoy en día a Cuba llegarán tocando los visillos con el puño bien cerradito, temerosos de llevarse las migajas de las ruinas.

Los franceses, como siempre llegando retardados a todo, empiezan a espabilarse tras el anuncio de Obama del 17 de diciembre, y se disponen a llegar a Cuba, y a cambiar las relaciones que hasta ahora habían sido llevadas de manera muy afectuosa por los Mitterrand y luego por los Chirac. François Hollande ha anunciado viaje en mayo, lo que convertiría la ocasión en la primera visita de un presidente francés a la isla.

El François Hollande que llegará a Cuba es un presidente cuyo prestigio y valoración en los sondeos se arrastra por los suelos. Nada que ver con aquel François Mitterrand de los años ochenta, rodeado de escritores, historiadores y filósofos, siendo él mismo un poco de historiador, de escritor y de filósofo.

Para colmo, la última polémica del gobierno se ha centrado en la respuesta que le ha dado Manuel Valls al filósofo Michel Onfray cuando éste lo ha llamado cretino. Y cretino es, sin duda alguna, aquel que replica con una baja idea de la izquierda más derechona (o sea más reaccionaria) que dice que sólo una idea puede ser buena cuando es de izquierda. Y para colmo que es preferible una idea de izquierda aunque sea mala, que una idea de derecha por muy brillante que sea. Vaya cosa.

De modo que los franceses que llegan a Cuba, acompañados de músicos raperos y de gentuza del showbizz nada tienen que ver con aquellos prestigiosos intelectuales que llegaron en los años ochenta, y mucho menos con los que nos visitaron en los sesenta, aunque algunos asistieran al espectáculo de los fusilamientos masivos, como si de un espectáculo circense se tratara.

Los que llegan hoy en día se niegan a escuchar al exilio, pese a que los escritores exiliados son considerados perlas de expresión y de respeto en Francia, pero con los cubanos es diferente, al parecer. Y se disponen a oír las sandeces de quienes apenas saben escribir la palabra bienvenu en el masculino del francés.

Los franceses que llegan hoy en día a Cuba llegarán tocando los visillos con el puño bien cerradito, temerosos de llevarse las migajas de las ruinas, ansiosos frente al desastre de tantos años de olvido. En mayo, reitero llegará un presidente en su punto más bajo de popularidad, rodeado de un anecdotario en relación a sus mujeres, bastante inadecuado, pidiendo el agua por señas, para colmo. Así será la gran patada por el trasero que se llevará de los Castro. Y lo que es peor, el desprecio del pueblo cubano, que en la actualidad sólo sabe coser banderas americanas.

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