Le ronca la malanga que el pueblo cubano deba tolerar que Antonio Castro Soto del Valle, el hijísimo de Fidel Castro, se pueda dar el lujo de disfrutar de vacaciones en la isla Mykonos en Grecia en un yate que es el doble del de Bill Gates. Claro, Bill Gates se lo ganó, pero quién le dio el derecho y con el dinero de quién se ha comprado este niño un yate de tamañas dimensiones.
La noticia saltó a raíz de que estallara en You Tube un accidente entre sus guardaespaldas y un reportero turco en el carísimo complejo turístico de Bodrum, en Turquía, donde se encontraba de regreso de la isla de Mykonos. En este lugar cenó y se emborrachó junto a unas quince personas, según se ha divulgado.
A la misma altura que los hijos de los dictadores Rafael Trujillo y Muamar al Gadafi se comporta el hijo de Castro I, quien no ha cesado de exigir sacrificio y austeridad al pueblo cubano por más de cincuenta y seis años de mandato. Muy sabrosas esas vacaciones, muy vergonzosas también.
Cuando sabemos que los niños cubanos tienen que aguantarse el verano entero en sus casas, sin ninguna posibilidad de vacacionar en centros turísticos de la isla, dedicados específicamente al turismo, da ira tener que aceptar que los hijos de los dictadores se den la gran vida con el dinero y el sudor de los cubanos.
Antonio Castro Soto del Valle, para más dato, no pasa de ser un simple médico deportivo, y aquí debiéramos escuchar a los médicos de la isla, cuánto ganan, y si con sus salarios pueden, no ya adquirir un yate, sino además viajar a Grecia, a Turquía, y vivir como Carmelina, como ha demostrado que vive este hijito de papá.
La prensa internacional no se ha hecho eco de estas imágenes, mucho menos ha dedicado espacio a comentar lo que sabemos es un descaro y un abuso. Tantas familias decentes que son acosadas en las calles de Madrid y de España por un chisme barato, y a esta familia de delincuentes y asesinos los salvan siempre de los insultos que se merecen más que nadie.
Sólo la prensa turca ha tenido la valentía de publicar artículos y videos, entre otras cosas porque uno de los guardaespaldas del susodicho agredió verbalmente y golpeó –como ya se ha probado- al reportero que estaba tomando la filmación de la presencia de Castro Soto del Valle en uno de los mejores restaurantes del lugar.