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Zoé Valdés

La sonrisa de las hienas

En cualquier momento tendremos a uno de estos fanáticos presentándose para elecciones presidenciales, y las ganarán, no lo duden

En estas últimas semanas en España han liberado a un puñado de asesinos, de cualquier estirpe e ideología; da igual, son criminales de la peor especie: terroristas unos, depredadores otros.

No he visto a ninguno con la cabeza gacha, avergonzado, no, qué va, para nada. Todos, sin excepción, han salido muy campantes y sonrientes de las cárceles. Ninguno caminaba titubeante, ni se les notaba enfermos, maltratados, y mucho menos torturados. No, todo lo contrario, marchaban muy seguros de sí mismos, radiantes, saludables. La mayoría lucía gafas de sol último modelo, a la manera de las grandes estrellas de cine. Y no duden ustedes que dentro de poco a algún cineasta tipo progrepijo (esta debiera ser la palabra del año, por cierto, la acabo de inventar) empiece a exigirle dinero al estado, el dinero de los contribuyentes, por supuesto, o sea el de las víctimas del terrorismo o de la depredación, para filmar la vida de uno de estos esperpentos que ahora han sido liberados por la injusticia europea y española.

¿Alguien entiende algo? Porque no es fácil de entender.

Como yo nací y crecí en Cuba entiendo un poco más: el mundo se ha ido transformando en el horror que ha sido Cuba, y en lugar de ir hacia delante, no, vamos cada vez más hacia el atraso, derechito y sin fatigas, a carrera en pelo hacia el desastre. Fíjense que los dos discursos que la prensa oficial ha destacado son los de Kim Jong Un y Raúl Castro, calcados, como si los hubieran escrito juntos, a cuatro manos y a cuatro patas. Inclusive Kim Jong Un usa la palabra escoria, con la que durante décadas los Castro designaron a los contrarrevolucionarios, disidentes, y específicamente a los marielitos, o sea, a los cubanos que se largaron en el año 1980 hacia Estados Unidos por el Puerto de Mariel.

Aquí en Francia también se ha comentado mucho el discurso de nuevo año de François Hollande, ha sido, por cierto, el discurso de un presidente francés que más se ha relajeado, muy acorde con su imparable impopularidad.

En cualquier momento -y sigamos con los terroristas y depredadores- tendremos a uno de estos fanáticos presentándose para elecciones presidenciales, y las ganarán, no lo duden. Porque recuerden ustedes cuánto tiempo hace que en Cuba mandan dos gángsteres, en Nicaragua un pedófilo, en Brasil una exguerrillera terrorista (elegida, eso sí), y vean por ahí p’allá la partía de ladrones y embelequeros que hoy nos gobiernan.

Pero lo que más me ha llamado la atención ha sido la sonrisa de cada uno de estos desvergonzados, no son sonrisas naturales, no, son sonrisas que prometen continuar en las mismas. Sonrisas cínicas, mentirosas, verdaderas muecas. Me recuerdan tantas otras sonrisas que vi en Cuba, en las tribunas, e inclusive a mi lado, mientras prometían y prometían, fieramente, que se comerían el mundo. Pues sí, se lo han comido, lo han devorado, se lo engulleron con papas. Y ese será el plan que tiene esta gentuza en la cabeza, el proyecto de destruir lo poco de paz y de libertad que nos queda. Acabaron con las vidas de gente honesta, pero no les basta, ahora se proponen gozar y mandar desde el poder. Ya lo verán.

Sí, eso ha sido lo más repugnante, la sonrisa de las hienas, no importa el número de muertos que llevan tan ligeros a sus espaldas, ellos quieren más, más sangre, más horror, más destrucción… Por ahí andarán, sueltos, trajeados, maquillados en las televisiones y en los pódiums. Y cuando les llegue el turno nos meterán presos a todos, nos aniquilarán. Como mismo han hecho los dos terroristas que desgobiernan Cuba. Y nadie objetará ni esta boca es mía.

Por supuesto, ninguno de los que ha exigido la liberación de estos miserables se ha ocupado de los presos políticos cubanos, chinos, norcoreanos… Pues claro, pertenecen a la misma camada, a la manada de hienas.

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