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Zoé Valdés

Hollande en las Antillas

Su visita no benefició en nada al pueblo cubano; es más, el pueblo cubano, la libertad y la democracia estuvieron ausentes de todas sus declaraciones.

Su visita no benefició en nada al pueblo cubano; es más, el pueblo cubano, la libertad y la democracia estuvieron ausentes de todas sus declaraciones.
EFE

Hollande hizo un recorrido por las Antillas, incluidos Cuba y Haití, a vuelo de pájaro. Apenas se posó en las tribunas, dio breves discursos, colocó ofrendas florales y emprendió vuelo de regreso a París. En todos los sitios la cosa le fue más o menos normal, menos en Cuba, ya saben ustedes que en Cuba nada es normal.

En Cuba, con toda la pomposidad que requiere un régimen totalitario impartió una conferencia en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, donde se vio obligado a mentir en múltiples ocasiones, como cuando dijo que él era el primer presidente de Occidente que viajaba a Cuba, borrando así la visita tan útil para la disidencia de José María Aznar en el pasado. Luego visitó la sede de la nueva Alianza Francesa, en Prado y Trocadero, antigua casona de la burguesía cubana todavía sin terminar de restaurar, pero a punto. Y más tarde, raudo y veloz, se fue a rendirle pleitesía al Moringuero en Jefe en su propia casa. Allí, al parecer hablaron de lo humano y lo divino, y hasta de los dolores de rodillas del Coma Andante, como confesó en reunión pública el mismo Hollande al hermanazo Castro II, subrayando, una vez, que se dio cuenta de que había metido la pata precisamente hasta la rodilla, de que "bueno, su hijo es médico", haciendo referencia a uno de los hijos de Castro I.

La prensa, en este país, dividida, como es habitual, apoyó por una parte y desaprobó por la otra esta visita de Hollande a Cuba, y la foto con los dictadores ha dado mucho de que hablar. La que apoyó, como siempre, es una prensa procastrista o, por el contrario, es una prensa desinformada –sí, eso existe-, e ingenua, por no tratarla peor aunque lo merezca.

Siempre hay que recordarles lo siguiente:

1) Se olvida constantemente que Cuba ha devenido hoy, de facto, un régimen militar: Raúl Castro es un militar, es el creador de las Fuerzas Armadas; 9 de los 14 miembros del buró político (que dirige el partido comunista) son oficiales; 5 de los 7 miembros del consejo de ministros (que es el órgano central del gobierno) son oficiales; y oficiales son también los que han asignado en la dirección de las empresas económicas. Por lo tanto, François Hollande visitó un país dirigido por el Ejército.

2) En Cuba, todos los medios de comunicación, como todas las organizaciones, están controlados por el Estado. La prensa es una prensa sumisa al partido comunista. Existe un monopolio de la expresión pública: usted no puede ni siquiera gritar en la calle su desacuerdo con el sistema, porque sería arrestado y condenado. Cuba sigue siendo una dictadura, un régimen de partido único, un sistema totalitario.

Pero por más que uno se lo recuerde ellos siguen repitiendo las mismas barbaridades, entonces, la ingenuidad se convierte en colaboracionismo.

François Hollande no se reunió, que sepamos hasta ahora, con ningún representante de la disidencia. Pero sí habló mucho de negocios y de futuros intercambios educacionales y científicos. Todo esto con los mismos que no dudaron ni un instante en espiar y en robar los experimentos del sida del Instituto Pasteur en los años ochenta.

La visita del presidente francés a Cuba no benefició en nada al pueblo cubano, es más, el pueblo cubano, la libertad y la democracia estuvieron ausentes de todas sus declaraciones públicas, olvidándose así de las declaraciones que él mismo hiciera, en el año 2003, durante la Primavera Negra en Cuba, en contra de ese mismo régimen. Pero claro, en aquella época Hollande se encontraba en la oposición. Nada, lo que trajo el barco.

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