Hemos vivido una campaña breve, o al menos eso nos ha parecido. Ha sido una carrera hacia un segundo mandato sumamente difícil para Nicolas Sarkozy, quien se convierte en el segundo presidente después de Valéry Giscard d’Estaing, en haber gobernado durante un solo período. La campaña ha sido dura para el candidato del centro derecha por diversas razones, la primera: la crisis mundial que debió de afrontar en una alianza sumamente contestada con Alemania para salvar no sólo a Francia, a países como Grecia, Italia y España, y para sostener hasta sus últimas consecuencias la Unión Europea. Esas consecuencias han sido nefastas para él.
El presidente Sarkozy cometió algunos errores, los primeros: echarse a su propio partido en contra cuando escogió durante su mandato a figuras prominentes de la izquierda para que formaran parte de su gobierno, lo que fue interpretado como un giro hacia el centro izquierda por sus votantes; implicarse de manera directa y centrar demasiado los focos hacia su persona ensombreciendo el protagonismo que su primer ministro François Fillon debió asumir holgadamente y que él apenas le permitió. Menospreciar la ultra izquierda y la ultra derecha que vienen siendo dos fuerzas persistentes y ascendentes en este país, dos fuerzas de extremos que a la larga se tocan y se reconocen en sus principios.
En segundo lugar la campaña ha sido dura porque Sarkozy mantuvo desde la famosa foto en el caballo una relación contradictoria con la prensa. Podemos afirmar que la mayoría de la prensa ha estado en contra del presidente saliente a tiempo completo, no le ha dado tregua. Su matrimonio con Carla Bruni-Sarkozy que muchos creyeron que le haría un bien enorme siendo ella de izquierdas, en realidad no ha contado de manera favorable para su presidencia, y mucho menos para la carrera de la artista. Carla Bruni pasó de ser la más admirada a la más odiada. Así que podemos decir que las “debilidades sentimentales” de Sarkozy, un hombre bastante emocional, le han pasado la cuenta, pese a su eminente carrera política desde la temprana edad de los veinte años.
¿Quién ha ganado en Francia? Un candidato esquivo. François Hollande no posee una intachable carrera política, nunca fue ministro, y no se destacó demasiado en el pasado como un posible candidato, ni siquiera los militantes de su partido lo veían como presidenciable.
No olvidar que si hoy François Hollande es presidente de Francia hay que agradecérselo a una camarera negra de Nueva York, en referencia al incidente del hotel Sofitel en el que se vio involucrado el que era en aquel momento el chouchou de los socialistas franceses: Dominique Strauss-Kahn. Por cierto, Hollande se puso de parte de DSK cuando la joven periodista y escritora Tristane Banon lo acusó de un intento de violación durante una entrevista. Al parecer Hollande conocía del hecho y sin embargo lo negó en la televisión. Así como se negó a opinar sobre quien había sido su antecesor argumentando que lo ocurrido en Sofitel, así como en la casa alquilada donde recibió a Banon y donde intentó violarla, se trataba de asuntos privados y que no eran de su incumbencia. Como bien escribió Arcadi Espada: “todo lo sucio de la izquierda es un asunto privado”.
Hollande ha hecho una campaña brillante, acompañado de su compagne (no se han casado) a la que nadie puede tocar ni con una pluma de oca, lo que no ha sucedido con Carla Bruni, ni siquiera con Segoléne Royal (ambas descuartizadas por la prensa). Valérie Trierweiler, periodista de Paris-Match, no le ha perdido pie ni pisada a su ‘compañero’ devenido presidente, (que sea periodista resulta en buena medida el fervor de la prensa a su favor). El mismo Hollande ha ejercido el periodismo en el pasado, al menos le conozco dos artículos anticastristas, si mal no recuerdo, pero al mismo tiempo ha aceptado gustoso los votos del candidato de la ultraizquierda Jean-Luc Mélenchon un adorador del comunismo de los Castro, y de Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, así como de Daniel Ortega.
El proyecto de François Hollande, publicado en un pequeño libro, no resulta para nada dudoso, ahí están enunciados los preceptos de la izquierda, incluyendo la subida de los impuestos a las fuerzas económicas que generan empleos en este país, y que se irán largando unos tras otros en cuanto puedan. Anuncia además una batalla sin descanso en contra de los bancos, que dudo mucho que pueda llevar a cabo. Así como un relanzamiento de relaciones con la señora Angela Merkel en el que replanteará según él las cosas a su manera. No ha dicho cuáles son esas maneras, y cada vez que se le ha preguntado ha toreado las respuestas. Y es que la estrategia principal del candidato ganador durante todo este año de campaña ha sido la de esquivar sus respuestas, la de no de definirse, la de la ambigüedad política. Es algo que agrada a los franceses, el no posicionamiento radical, el dale al que no te dio, el quita, quita, mariquita.
No sé si Francia ha elegido a un buen presidente, pero sí ha escogido a un toreador de estilo sinuoso y elusivo. No corta ni rabos ni orejas, pero siempre se marcha de la plaza en andas, a fuerza de capotazos y bailecitos simpáticos alrededor del toro. Porque además va de gracioso. Nos habían anunciado a un Sarkozy agresivo, intolerable, e incapaz; y ha resultado todo lo contrario. La campaña de Sarkozy ha sido aguantada a golpe de fustazos, contra todas las banderas, y mucho más calmado y alentador que lo que esperábamos. François Hollande ha sido arrogante, agresivo, mal educado, y no podríamos ni siquiera asegurar que haya sido de ninguna manera mejor que su exmujer Segolène Royal en el 2007. Pero este país es machista tapiñado. Ahora veremos cuántas ministras nombrará Hollande. Aunque Martine Aubry sonaba para Primer Ministro, ya dentro de poco nos enteraremos. Martine Aubry, por cierto, más a la izquierda que Royal, o al menos eso es lo que ha dado a entender, pero ya sabemos cómo es con los políticos. Nada es lo que parece.
¿Qué ganaremos con Hollande? Poco, tal vez seis meses sin huelgas. Y un descanso de la prensa de la izquierdona, una gran mayoría, que si antes babeaba su rabia encima de Sarkozy, ahora ensalivará su romance con Hollande durante también unas cuantas semanas.
Los españoles deben estar contentos. Ya no son el pueblo más tonto y roñoso. Otros son peores. Porque los franceses, claro está, tenían una mejor elección. No hay comparación entre Rubalcaba y Sarkozy. Sarkozy ha hecho su primera declaración: “Me apresto a ser un francés entre los franceses”. Me parece una muy modesta decisión que no pocos le criticarán.
Lo que no dirá la prensa francesa, y que si hubiera dicho, al contrario, en el caso de que Sarkozy hubiese ganado, es que no cabe duda de que Hollande ha ganado con los votos lepenistas, mélenchonistas, y bayrounistas. Lo que es muy probable que siendo Hollande un triunfador de la izquierda no signifique el más mínimo complejo para el Partido Socialista ni para los demás. Eso sí, si fallan, le estarán dando muchísimo más margen a la ultraderecha. Espero que sean capaces de analizarlo con vistas al futuro.