A los chilenos, los cubanos les dimos nuestra comida, ya de por sí racionada, nos quitaron lo poco que nos vendían mediante la libreta de racionamiento para enviársela, regalada, a los "hermanos chilenos" simpatizantes de Salvador Allende, porque los chilenos simpatizantes de Pinochet no eran nuestros hermanos, por supuesto que no; les entregamos además barrios enteros de lujo, los chilenos vivieron mejor que nosotros en nuestro propio país. A algunos de ellos les permitieron los mejores negocios y hasta enriquecerse allá, lo que estaba vedado para cualquier cubano. A los peruanos, cuando advino aquel nefasto terremoto les donamos nuestra sangre, pues era obligado donar sangre para el Perú, el que no lo hiciera perdía su trabajo y el derecho a la universidad (ese era mi caso), lo mismo para el terremoto de México. Litros de sangre. Los mexicanos son en la actualidad los dueños de los mejores barrios habaneros, entre ellos Miramar; las mexicanas, o muchas de ellas, se adueñaron hasta de los maridos de las cubanas, también las chilenas lo hicieron, todo hay que decirlo. Los cubanos preferían vivir con una extranjera que con una cubana que no les aportaba nada material de lo que podía aportarle una latinoamericana. El principio del jineterismo y del pinguerismo fue ese: la solidaridad con Latinoamérica.
Por otra parte, hubo miles de cubanos muertos en Angola, en Etiopía, en Granada, en Nicaragua, y en todas esas guerras injerencistas que nadie menciona y que le pasaron por la cabeza y por sus verijas y santas partes a Fidel Castro, y también a su hermano Raúl. Médicos y maestros cubanos entregaron y entregan todavía hoy en día lo mejor de sus estudios y carreras en Nicaragua, Venezuela, Haití, entre otros países de la región.
Finalmente, los cubanos le construyeron esa ciudad maravillosa que es Miami a la inmigración posterior proveniente de América Latina. Los que llegaron después a Miami se encontraron con una ciudad próspera y en pleno auge y crecimiento, gracias ¡faltaría más!, a los cubanos.
Ahora los indocumentados, en su mayoría mexicanos, exigen a los cubanos que sean solidarios con los Dreamers y con no sé cuánta cosa más. Ninguno de ellos movió un dedo cuando recientemente Obama eliminó una cláusula de la Ley Pies Secos, Pies Mojados que prohíbe a los cubanos llegar por la frontera o por mar a territorio norteamericano. Es más, cuando esto ocurrió se alegraron y se burlaron de lo lindo de la suerte de los cubanos.
¿Cuándo entonces serán ellos solidarios con los exiliados cubanos, cuándo reconocerán que el castrocomunismo ha destrozado todo un país y medio mundo? Me pregunto a diario todo eso, sin obtener respuestas, ¡qué iba a obtenerlas! Y si son tan críticos de Estados Unidos, porque lo son y mucho, ¿por qué no se marchan a Cuba y a Venezuela, como en otra época? Ah, será porque allá ya no los tratarían como los trataron antes y mucho menos como los tratan en Estados Unidos. Allá, en Cuba, latinoamericano y basura es lo mismo. En la actualidad, en la isla, a los que reciben con los brazos abiertos son a los multimillonarios, y si son estadounidenses, pues mejor. Se acabaron los tiempos de dar la bienvenida a cualquier rastacuero, vividor, advenedizo chileno, o de cualquier otro lugar de esos, y de ponerlo a vivir en el mejor hotel habanero durante años, con derecho a pernada cada noche con una joven cubana distinta.
Todo son reproches contra el presidente Donald Trump, elegido democráticamente; y ni una palabra en contra de Raúl Castro ni en contra de Nicolás Maduro, ni del resto de mamertos castrocomunistas letrinoamericanos. Qué va, si hasta los manifestantes enarbolan banderolas con la cara del Che Guevara y visten prendas con su venerada efigie.
DACA, por cierto, fue una ley o proyecto de ley dejado a un lado por Barack Obama cuando decidió implantar el Obamacare. Obama, el mismo que deportó a más de dos millones de indocumentados, se olvidó de DACA. ¿Protestó alguien entonces? Nada de nada.
Entiendo lo duro que es llegar a un país siendo un niño bajo la irresponsabilidad, que no responsabilidad, de sus padres. Pero ¿por qué la irresponsabilidad de sus padres la tiene que pagar siempre el contribuyente norteamericano?
¿Por qué no exigen a sus padres, o al presidente Peña Nieto? ¿Por qué no sueñan allá en México y por el contrario se van a vivir esa "pesadilla" que según ellos viven a diario en Estados Unidos? ¿Por qué en lugar de ansiar cambiar, como tanto anhelan, Estados Unidos, no se quedan en su país e intentan transformar México? Cambien México, ese país lo está pidiendo a gritos.
Más solidarios que los cubanos, estoy segura que no ha habido nadie, y tampoco nadie nos lo reconoce. Basta ya también de que tengamos que cargar con la cruz del silencio, y no poder dar nuestras opiniones, porque según ellos somos exiliados privilegiados en Estados Unidos. Sí, está bien, privilegiados que tuvieron que halar mucha tomatera y mucha factoría, y padecer mucho más de lo que ellos han padecido nunca en sus vidas. Racismo y desprecio dobles, por ser cubanos y "gusanos" anticomunistas.
Esos supuestos privilegios, merecidos por ser víctimas de una férrea dictadura comunista, sólo empezaron a ser viables y efectivos, a existir realmente, a partir de los años 80. Los cubanos que llegaron con anterioridad a esa fecha a Estados Unidos tuvieron que romperse el lomo como nadie, y sin ninguna solidaridad que se pudiera avistar en todo aquel horizonte donde hasta un piojo y una pulga se declaraban, con toda la ignorancia del mundo, fanáticos de la maldita revolución de los apestosos barbudos.
Bof.