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Víctor Llano

Su fracaso es nuestro triunfo

¿Qué buscan? ¿Que Castro publique cien reflexiones presumiendo de su victoria y culpando a lo que jamás existió de la miseria de la que sólo sus locuras y sus maldades son culpables?

Cuesta entender que después de medio siglo de tiranía sean tantos los que dicen creer que sería mejor para los cubanos y para su libertad renunciar al bloqueo que jamás existió. ¿Por qué? ¿A cambió de qué? Dicen que no funcionó. Es cierto. Los Castro y sus sicarios se enriquecieron con propiedades robadas. El supuesto embargo no lo impidió. Fracasó. ¿Y?

¿Qué no fracasó en la Isla de los cien mil presos? ¿Acaso no fracasó la política de la Unión Europea? ¿Sirvieron de algo las sonrisas y los abrazos de la Corona Española? ¿La amistad de Moratinos con Pérez Roque? ¿Las demandas que se presentaron en la Audiencia Nacional? ¿El cariño de Manuel Fraga? ¿El buen trato que siempre le dispensó Franco a los verdugos? ¿Las inversiones españolas en las empresas que sirven para explotar a los trabajadores cubanos? ¿Los pepes que sin escrúpulos corren a acostarse con la miseria y la falta de esperanza? ¿Los miles de euros que cada poco le llegan a los tiranos desde las autonomías españolas? 

¿Funcionó algo de todo eso? ¿Sirvió de algo? ¿A qué ayudó? Sólo funcionó, sirvió y ayudó para que los verdugos sean más poderosos y sus víctimas muchísimo más débiles. Y ahora resulta que los que con tanto desahogo despreciaron el sufrimiento ajeno, lejos de avergonzarse, les piden a los estadounidenses que levanten el embargo e inunden con créditos blandos las cuentas corrientes que sirven y servirán para multiplicar la represión y el desconsuelo.

¿Qué buscan? ¿Que Castro publique cien reflexiones presumiendo de su victoria y culpando a lo que jamás existió de la miseria de la que sólo sus locuras y sus maldades son culpables? ¿Qué más quieren? ¿No les basta con su propia vergüenza? Sólo los desalmados son capaces de dar por buenas las patrañas de los verdugos mientras se burlan del sufrimiento de sus víctimas.

Es cierto. Los cubanos necesitan que se levanten, no uno, muchos embargos. Los de la verdad, la libertad, la dignidad y la justicia. Y no los levantarán los que, cuando más difíciles lo tenían los carceleros, corrieron a ofrecerles sus negocios y sus amistades. Si les quedara algo de vergüenza y un mínimo de conciencia se marchaban de la inmensa cárcel que ayudaron a mantener. Sin embargo, insisten en el error. Se equivocan si confían en los créditos de Obama. No es fácil que lleguen. Es más, ni con ellos ni sin ellos podrán salvar los muebles. Se acabó. Perdieron. Es lo que tiene asociarse con los cuatreros. Siempre se pierde. Y las víctimas lo celebramos. Su fracaso es nuestro triunfo. Casi el único del que podemos presumir.

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