Según Hugo Chávez, Fidel Castro no volverá a aparecer en público. Tal vez por eso la secretaria de Estado para Iberoamérica aconseja a Obama que cambie la actitud de la administración estadounidense frente a la tiranía cubana. A juicio de Trinidad Jiménez, las estrechísimas relaciones que mantienen los herederos del Monstruo de Birán con una legión de desalmados que desprecian el sufrimiento ajeno obligan a Washington a sumarse a la patraña que en Europa abandera el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
No se puede ser mucho más cobarde. La señora que Fidel Castro calificó de una que se autotitula funcionaria de un partido que dice que es socialista o socialdemócrata, prefiere dirigirse a Obama y no a él. Todo antes de que desde el más allá vuelva a amenazarla con revelar los datos que guarda en su mochila. Datos por los que nunca le preguntó ni le preguntará. Ella y sus jefes sabrán por qué.
Con quien tiene que hablar el próximo presidente de los Estados Unidos es con Huber Matos. Con 90 años y muy cerca de sobrevivir a su verdugo, aún le sobra talento y memoria para explicarles a Barack Obama y a Trinidad Jiménez que no se puede confiar en las promesas de asesinos en serie. Fidel le pidió que vigilara para que no le mataran cuando por primera vez se le aclamó en La Habana que poco después destruyó. Matos vigiló y Castro le premió con veinte años de cárcel.
Tal vez la buena memoria de Huber Matos aburra a la secretaria de Estado para Iberoamérica. En cualquier caso, y aunque mañana les informen de que Castro ya pasó a peor vida y no podrá causarles más daño, para los exiliados que llegaron a España huyendo de la tiranía ella nunca será "una". Siempre será Doña Trinidad Jiménez. La respetarán más que ella respeta su sufrimiento. Las víctimas de la barbarie castro-comunista no la molestarán si decide disfrutar de los actos que a no tardar mucho organicen en laCasa de Américaen honor y gloria de un difunto al que sólo resta decirle que ha muerto. Nadie mejor que Huber Matos para decírselo. Si fuera posible con Trinidad Jiménez de testigo. A pesar de todo creo que no lo sentirá.