Según el golpista que financia la barbarie castrista, el Rey de España es un señor muy travieso. Sin entrar en el juicio que a Hugo Chávez le merece el Jefe de Estado que no ha mostrado incomodidad alguna en recibirle, no parece probable que las víctimas de los hermanos Castro califiquen de travesuras las sonrisas, abrazos y bromas que a algunos miserables dispensan Don Juan Carlos y su hijo.
No sólo abrazan y sonríen a todas las farolas con las que tropiezan, también parece que se complacen en ello; más cuando se dejan ver con los que en Cuba ayudan a mantener abiertas las más de trescientas cárceles en las que se pudren miles de descendientes de españoles. Lo más probable es que no se demore el día en el que se pruebe que el Gorila Rojo financia a ETA. En cualquier caso, se pruebe o no, antes de recibirlo, al Rey de España le constaba que financia la brutal represión que sufren los cubanos. Menos mal que quiere ser el Rey de todos los españoles, pues de no quererlo, traslada su residencia de verano a Isla Margarita.
Nada justifica tanto desprecio por el sufrimiento de las víctimas de María Remedios García Albert, presunta responsable de las FARC en España y suplente en las listas de la candidatura de Izquierda Unida en San Lorenzo de El Escorial. Es lo que tiene gran parte de la izquierda española, amistades entre los asesinos en serie. Lástima que el Jefe del Estado no pueda reprochárselo. Si se lo reprochara no tardarían en recordarle que es él el primero que se complace en bromear con los que protegen a los jefes de García Albert.
Vamos a ver hasta dónde alcanzan las investigaciones de la Audiencia Nacional. Las relaciones de la española que detuvieron ayer en Madrid nos pueden servir para recordarles a muchos miserables quiénes son ellos y quiénes son sus amigos. Por fortuna, no todos los españoles completaron sus estudios en La Habana gracias a la hospitalidad del tirano por el que muestran tanto afecto. Alguien tendría que preguntarle a Gaspar Llamazares cómo se entiende que nadie de su grupo sospechara de María Remedios García Albert. Lástima que no podamos confiar en que se lo pregunte el señor Error. Don Mariano se perdió en un agujero que encontró a la izquierda del centro en la nada.