El periodismo patrio debería componer un réquiem por todos aquellos periodistas catalanes que eran de la Juve desde pequeñitos. Mala noche para los que con tanta ilusión inundaron sus páginas y minutos de radio y televisión de esperanza ante la posibilidad de que el Real Madrid perdiera en Cardiff. Los que decidieron en la redacción del diario Sport que este sábado 3 de junio en su portada debía rezar "Forza, Juve"; los editores de TV3 que con tantas ganas elaboraron un video que ni en los medios de Turín; y sobre todo, los sufridores narradores de Rac1, hazmerreír de toda la profesión en el resto de territorio nacional por sus capciosas transmisiones. Un abrazo afectuoso para todos ellos.
Existe una generación de españoles que sólo vio al Real Madrid ganar Copas de Europa en blanco y negro. Por contra, hay una generación -muchos de ellos antiespañoles- que se regodearon de que las Copas de Europa ganadas por el Madrid eran en blanco y negro. La última Champions ganada por el club presidido por Florentino Pérez supone dos hitos: el primero es el de convertirse en el único club en tener seis títulos de campeones de la UEFA Champions League. El segundo, que el Madrid ya tiene más Copas de Europa en color que el Barcelona en toda su historia.
Durante todo el año, desde que los de Zidane ganaran en Milán, el listón se le puso alto al Madrid: ser el único equipo que pudiera conseguir dos Champions de forma consecutiva. Los blancos lo han conseguido pero eso no es lo importante. Lo realmente relevante es que con la tercera en cuatro años, el Real Madrid instaura una dinastía. Un equipo hegemónico que hace lo que no fue capaz de hacer ni el Barcelona de Guardiola, Messi, Xavi e Iniesta pero sin obtener el reconocimiento que muchos horteras del fútbol otorgaron a un equipo grande pero no tan grande como este Real Madrid.
Como entrenador, Zidane ha conseguido dos Copas de Europa en 18 meses y todo ello sin creerse el creador del fútbol moderno. Ha dirigido a un equipo que se ha convertido en el menos derrotado y en el más goleador. Dos proezas en forma de récord que no llevarían a los blancos a Cibeles, como dirían mis queridos Dieter Brandau y Juan Pablo Polvorinos, pero que gracias a ser tan poco batido y marcar tantos goles, ha llevado tantas veces ya a su aficionados ante la diosa. Cinco títulos en año y medio.
En el fútbol moderno es imposible ganar todos los partidos y a todos los rivales por goleada, sin embargo este equipo ha marcado en todos y cada uno de los duelos de toda esta temporada y sólo ha perdido cinco choques en un año completo, compitiendo en cinco torneos oficiales. De hecho sólo ha dejado de ganar una competición: la Copa del Rey. Esa que desprecia el Fútbol Club Barcelona pero que le ha permitido salvar la temporada.
Esta maraña de datos indica que el nivel de exigencia que los aficionados blancos y los medios de comunicación tienen hacia el Real Madrid es excesivo. Inhumano. Incluso Cristiano, el mejor jugador en la historia del Real Madrid, ha tenido que aguantar que le piten en el santuario blanco. O este equipo que ha visto cómo le vilipendiaban por no ser capaces de golear a rivales menores en el Bernabéu. Pero al final, todo el mundo acaba apareciendo en la foto justo donde le corresponde y por desgracia para todos los que se creen grandes sabios del fútbol, el Real Madrid termina haciéndose la foto de los ganadores.
Mala noche para los que quisieron decidir que Cristiano fuera vendido o jamás apoyaron las alineaciones de Zidane. Peor noche para los que reclamaron un director deportivo o insinuaron que no había proyecto blanco. Por Irún huyen ya los que no quisieron a Ramos o los que pedían que vendieran a Bale. En modo avión se encuentran los móviles de los que dijeron que el Madrid no ganaría la Liga y en Siberia están ya los que dudaron de Zidane porque Piqué, con Zidane sí que empezó todo.