Se acabó. Y no sólo la andadura de España en el Mundial de Brasil, también este ciclo dorado. El mejor de nuestra historia futbolística. Llega hasta aquí una generación que nos lo ha dado todo, pero que al final, por las torticeras decisiones de Vicente Del Bosque, se descompone irremediablemente generando una imagen de humillación para los jugadores.
Desde el pitido final, la Federación debería estar trabajando en una doble vía: la de recomponer un grupo que tendrá que ser destruído del todo para reconstruir los cimientos con más fuerza. Y por supuesto, la de redimir a estos jugadores de lo que han tenido que pasar en Brasil por culpa del seleccionador.
En este Mundial han ocurrido sucesos realmente curiosos. Durante la retransmisión del último partido, Juanma Castaño dijo en Mediaset, sobre los problemas colaterales: "han pasado pocas cosas para todo lo que podría haber sucedido". Es comprensible que diga eso si para ese grupo mediático, la selección no ha incurrido en nada negativo como para que nos eliminen, pero se torna en increíble cuando observamos los hechos: hubo un linchamiento mediático organizado por el núcleo duro del vestuario ante la sinceridad de Xabi Alonso; Del Bosque tuvo desavenencias con Cesc y rajó de sus jugadores públicamente; finalmente, el seleccionador la lía en el último encuentro, cambiando en el minuto 60 a David Villa, que se marcha con un enfado ostensible. Tras el partido Vicente dijo: "no sabía que era su último encuentro, seguramente se haya enfadado". Sin entrar en aspectos relacionados con la pelota, el juego, la defensa, el ataque o la lista, es difícil meter más la pata. Pero, efectivamente, pudieron ocurrir cosas mucho peores, como que la selección se marchara por sorpresa y con nocturnidad de Brasil dejando sin pagar las consumiciones del hotel de concentración por la prisas de la huida.
En Brasil, Del Bosque y la selección, pretendían vivir su particular Carnaval. Una fiesta-homenaje para los internacionales que, no pudiendo ser de otra forma y a pesar de lo mal que han salido las cosas, culmina con el Entierro de la Sardina. Una vía para expiar los pecados cometidos durante las semanas previas pero que en este caso y como manda la tradición, debería terminar con la quema de una figura simbólica, ¿Será Del Bosque el primero en pasar por la hoguera?