Podría parecer que no es importante acudir a las urnas en noviembre, puesto que Acorn y los medios ya han decidido que Barack Obama será el próximo Presidente de los Estados Unidos.
Aun así, podría ser necesario más que un fraude electoral y la masiva publicidad en los medios para poner en la Casa Blanca al senador Obama. La mayoría de las encuestas de opinión pública sitúan a Obama por delante, pero normalmente no por márgenes amplios y en ocasiones con un notable margen de error. A lo largo de los años ha habido antecedentes de diversas encuestas proyectando mayor número de votos al candidato presidencial demócrata en octubre de los que el candidato finalmente recibe en noviembre.
De hecho, algunas de estas encuestas parecen no estar intentando informar sobre los hechos sino promover el voto de Obama. Una encuesta, por ejemplo, utiliza una muestra de 280 republicanos y 420 demócratas. Así, no es extraño que Obama vaya por delante en encuestas. Es cierto que los encuestadores tienen que defender su reputación, pero podrían lograrlo siendo sinceros en la última encuesta antes del día de las elecciones (después de haber generado la opinión generalizada de que existe una gran ventaja a favor del candidato demócrata).
La parcialidad mediática general es este año más descarada de lo usual. Hubo más escándalo mediático por la respuesta de Sarah Palin a las preguntas encerronas que por Joe Biden aludiendo a cuando Franklin D. Roosevelt acudió a la televisión en 1929 tras la quiebra de la bolsa, en un momento en que Roosevelt no era presidente aún y no existía televisión a la que acudir. Un editor de la revista Time ha admitido que existe parcialidad, al tiempo que expresaba su deseo de ser más justo con ambas partes en el futuro. Solamente el hecho de que hable del asunto en estos términos demuestra que sigue sin comprender el verdadero problema. La idea no es ser "justo" con "ambas partes". La idea es ser sincero con los lectores que compran la revista para aprender algo acerca de hechos del mundo real, no para se adoctrinados con la ideología y las tendencias de sus reporteros.
Existe otro hecho en las elecciones de este año que hace menos fiables de lo usual las encuestas y las predicciones. Ese factor es la raza. La retahíla de victorias de Barack Obama en las primeras primarias demócratas frente a candidatos blancos mucho más conocidos demuestra que grandes segmentos de la población estadounidense han superado la raza. Han sido Barack Obama y sus partidarios los que han exagerado este tema después de que su enorme ventaja en las encuestas empezara a reducirse o evaporarse conforme más hechos sobre su carrera pública salían a la luz. Casi cualquier crítica a Obama ha sido equiparada con racismo, incluso si no existe ninguna relación.
Barack Obama en persona inició esta tendencia cuando advertía que sus contrincantes iban a intentar asustar a la opinión pública con diversas acusaciones, incluyendo la admonición de, "¿Y he mencionado que era negro?". McCain nunca dijo algo así. Palin nunca dijo algo así. Pero aquellos que apoyan a Obama (y esto incluye gran parte de los medios de comunicación) están actuando como si supieran que este es el mensaje subyacente. El congresista John Lewis ha comparado al senador McCain con George Wallace. El congresista John Murtha ha condenado a toda una región del estado de Pensilvania como "racista" por ser reticente a subirse al tren de Obama. El senador Harry Reid ha afirmado que vincular a Obama con el directivo de Fannie Mae, Franklin Raines, es racista (ya que ambos son negros), como si la conexión financiera y política entre los dos no existiese.
Mucho se está exagerando el hecho de que, en los comicios previos, algunos votantes blancos que dijeron a los encuestadores que van a votar a un candidato negro en la práctica no lo hicieran, de manera que un candidato negro con ventaja en las encuestas acabó perdiendo el día de las elecciones. Se supone que esto demuestra cuánto racismo encubierto existe. Demostraría más bien que la gente no quiere ser considerada racista por los encuestadores por alinearse con alguien diferente a un candidato negro. En otras palabras, los propios medios ayudaron a crear la atmósfera en la que la gente da respuestas engañosas para evitar ser estigmatizada.
En general, acudir a las urnas este año no es un ejercicio inútil para aquellos que no quieren ser forzados a votar a Obama por una victoria que ya se da por sentada. Además, los votantes reales podrían compensar parte de los miles de votantes ficticios registrados por Acorn.