El pasado 15 de Diciembre, Iñigo Urkullu no invitó a su toma de posesión como Lehendakari a los representantes de las fuerzas de seguridad del Estado en el País Vasco, tres cuerpos a los que pertenecían seis de cada diez asesinados por ETA. Con este gesto de calculado desdén, el nuevo Lehendakari demostró el desprecio que siente por España y por la ciudadanía vasca. El PNV no invitó a Guernica a ningún representante de las fuerzas armadas, aunque los marinos de la Armada Española se jueguen la vida escoltando a los pescadores vascos en las aguas del Índico infestadas de piratas. La próxima vez que un amador vasco llame pidiendo protección para sus pesqueros, la Armada debería desentenderse y darle el teléfono de Iñigo Urkullu. Éste ignora que tres de los más ilustres marinos militares españoles –Blas de Lezo, Elcano y Churruca- eran vascos ¿Quién se ha creído Urkullu que es para tratar a la Historia vasca a patadas? Además, 103 militares han muerto asesinados a manos de ETA.
El PNV tampoco convidó a la ceremonia a ningún delegado de la Guardia Civil, un cuerpo muy golpeado por la violencia de ETA en su defensa de las libertades de los ciudadanos vascos, pues ha visto morir a 230 de sus miembros a manos de los terroristas. Estaría bien que alguien le recordase a Urkullu el papel de la Guardia Civil en las inundaciones de Bilbao en el verano de 1983, cuando se jugaron la vida para salvar a familias enteras. Por ejemplo, el 26 de Agosto de 1983, en el pueblo alavés de Llodio del que entonces era alcalde el exlehendakari Juan José Ibarreche, un todo terreno con cuatro guardias civiles y una joven que acababan de rescatar fue arrastrado violentamente por la riada. Tanto estos cuatro agentes como la muchacha aparecieron muertos días después ¿Alguien se imagina a Urkullu o a alguno de los capitostes políticos que ocupaban un lugar de honor en la investidura rescatando a alguien que no sea a sí mismos?
La Policía Nacional tampoco fue convocada. El País Vasco fue quizá la zona de España más duramente sacudida por los estragos de las drogas en los años setenta y ochenta. En una Vizcaya deprimida por la reconversión industrial y el terrorismo, la heroína se llevó por delante cuadrillas de jóvenes enteras a ambos márgenes de la ría. La Policía Nacional consiguió reducir la presencia de las drogas en esa comunidad. Todo esto mientras luchaba contra el terrorismo, no en vano 183 policías han sido asesinados por ETA. Policía Nacional, Ejército y Guardia Civil han aportado 506 nombres a la lista de 858 personas asesinadas por ETA, cosa que no parece ser mérito suficiente para invitarles a esta ceremonia. Recuerde Urkullu que ser lehendakari implica ser el representante ordinario del Estado en esa Comunidad y que los ciudadanos esperamos de alguien en ese cargo un comportamiento digno de tal honor. Alguien debería haber enseñado modales básicos a Iñigo antes de permitirle salir del caserío para triunfar en la ciudad. España es un Estado tan débil que hasta un botarate como Urkullu puede chotearse de él.
Sí estaba invitada al acto sin embargo Laura Mintegui, cabeza electoral de Bildu, quien sigue sin condenar con su suave vocecita de dulce maestra los asesinatos de más de veinte niños por ETA. Mintegui no asistió a la ceremonia por estar en Bayona en un "congreso por la paz". Curiosamente en esta localidad del País Vasco francés veraneaba el exministro de interior francés en los setenta Michel Poniatowski, famoso por confesar en un descuido que "cuando un militante de Iparraterrak (grupo separatista vasco) saca los pies del tiesto, aparece ahogado en las playas de Biarritz" (sic). Suerte tienen algunas de ser españolas.