Para advertir lo despistados que están quienes defienden el comportamiento de las Farc, bastan las noticias más recientes. El 13 de enero, las Farc arrasaron con cilindros-bomba el municipio de Roberto Payán (Nariño), un poblado miserable de 18.000 habitantes de raza negra a orillas del Pacífico. Allí asesinaron a seis personas, incluyendo cuatro niños. Y el viernes 16, por la madrugada, detonaron un coche bomba en un centro comercial de la ciudad de Neiva, que no produjo muertes pero sí grandes destrozos y mucha zozobra entre la población.
Por otro lado, los guerrilleros siguen desertando con personas secuestradas, convencidos del grave daño ocasionado a la sociedad y a sí mismos. Ellos también recuperan su libertad. El 2 de enero, Zenaida Rueda Calderón, alias ‘Miryam’, de 35 años y 18 de permanencia en las Farc, se escapó con un comerciante que llevaba casi dos años de secuestro. La guerrillera desertó –según dijo– por lástima hacia los secuestrados y desilusionada de no poder ver a sus hijos y lamentó no haber podido sacar a otros dos cautivos. Pero lo más asombroso fue verla reunida con uno de sus hermanos, un soldado que perdió una pierna por una mina antipersonas de las Farc. El 13 de enero, los guerrilleros alias 'David' y alias 'Ernesto' se fugaron con dos secuestrados –uno de ellos de sólo 14 años–, por quienes el grupo guerrillero exigía tres millones de dólares. Uno de los desertores manifestó que no estaba de acuerdo con el secuestro, y mucho menos si se trata de menores de edad.
Todo esto viene ocurriendo en el marco de un proceso irreversible de debilitamiento de las Farc. Mientras algún sector de la izquierda trata de insuflarle aliento a la guerrilla, proporcionándole interlocución política con el pretexto de la liberación de seis secuestrados –prometida por las Farc hace un mes– y ‘Alfonso Cano’ insiste en un "intercambio de prisioneros de guerra" para recuperar los combatientes que están en las cárceles, la verdad es que la mayoría de éstos no quieren saber nada de la guerrilla. En consecuencia, las Farc han declarado objetivo militar a la activista política holandesa Liduine Zumpolle, quien ha convencido a un numeroso grupo de guerrilleros presos de acogerse a la ley de desmovilización ofrecida por el Gobierno.
Así, las Farc se están ahogando en su anacronismo. Ya ni sus combatientes creen en sus métodos ni en el propósito de su lucha, del mismo modo que las masas ya dejaron de creerles hace tiempo. Para su desgracia, a las Farc las sostienen, en hombros, gentes desorientadas y dinosaurios extremistas que, como Fidel Castro, se están muriendo a diario.