Existe una convención política que otorga a todo gobierno cien días de gracia desde su toma de posesión. Y le juro o prometo, como quiera el lector, que tenía pensado sumarme. Pero Rajoy ha comenzado la andadura metiendo con desahogo el dedito en el ojo. Total, vayan al demonio los cien días de marras. En su primer día y sin anestesia el nuevo ministro del Interior, es decir, Mariano Rajoy, se ha ocupado de dejar estomagantemente claro que avala la "ejemplar" tarea llevada a cabo por sus antecesores Camacho y Rubalcaba. Así, además de tomarnos el pelo, desmentía al diputado popular Gil Lázaro, que se ha pasado no sé cuántas sesiones en el Congreso preguntando al ejemplarísimo Rubalcaba sobre la responsabilidad del gobierno ZP en el chivatazo del Faisán. ¿Gil Lázaro a las órdenes de Sáenz de Santamaría, a su vez a las órdenes de Rajoy, ha estado protagonizando un teatrillo, tal vez una coartada? Esta loa lamentable de Fernández Díaz hacia la gestión negociante con la ETA de Rubalcaba y ZP, hacia la mentira indecente, chirría en la misma frecuencia sonora que lo dicho por Rajoy el día del comunicado etarra de "cese definitivo", asunto pactado y previamente remunerado con el precio de la vuelta de la banda a las instituciones, la conferencia de Ayete, vamos, con la legitimación. El gallego, sin necesidad aparente, echó la pata pa´lante y destacó que tal comunicado había llegado sin pagar precio a la banda. A mi entender, mintiendo por toda la barba. Probablemente algo le iba en ello.
Pienso que desde que en 2008 el PP perdiera las elecciones y, en nefasta consecuencia, Rajoy acordara pactar secretamente con ZP en el asunto terrorista, hemos asistido a una gran gira teatral. Con representaciones también en Navarra a modo de bocata, toda vez que el gobierno de Sanz quedó necesariamente entre pan y pan. El pan del socio socialista en Navarra y el pan de la aquiescencia rajoyesca en Madrid. Me afirmo en mis sospechas y me caben pocas dudas de que en la segunda legislatura socialista todo lo ocurrido entre la banda y el Gobierno ha sido bendecido por Rajoy, con el inquietante Federico Trillo al aparato, en íntima y continua comandita con Rubalcaba. Lo demás, las declaraciones campanudas, la asistencia discreta a alguna manifestación en contra de la legalización de BILDU, la tolerancia con Mayor, casi la única voz discordante en el PP, etc., pose y teatro. Es significativa la insistencia del nuevo presidente y de su ministro en aquello de que "esperan" de la banda su disolución. Esperadores del terror. Esperan respuesta como consecuencia y devolución de algo. Y en ello, en sus palabras, nos incluyen a todos los españoles como si todos estuviéramos en el engaño, en las verdaderas claves de su guiso con ZP. Les agradecería que no me mezclen en tal bazofia. Yo no espero nada de una banda de asesinos. Ni debo. Porque soy un ciudadano y como tal espero de mi Gobierno que los enchirone, que aplique el Estado de Derecho. Punto.
Ustedes y los ejemplares antecesores Camacho y Rubalcaba, nos han dicho que la ETA está derrotada y que son cuatro gatos. Y que no les deben nada. Pues señor Fernández Díaz y señor Rajoy, si eso es así déjense de jugar con las palabras, de herir con sus palabras y empiecen ya mismo por poner los grillos al asesino en serie y negociador en el proceso Josu Ternera, cuyo paradero nada le ha importado al Partido Popular a pesar de las noticias de que nuestros servicios de inteligencia lo tienen más localizado que a la Catedral de Pamplona. Resumiendo, enmienden ocultaciones y falsedades. El nuevo presidente designó a la verdad como una de las guías del Gobierno. Me alegro y se lo demando. Conque nada, estrénense.