En noviembre de 2014 el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, visitó Cuba. En esa oportunidad, pese a ser la primera visita oficial de un funcionario del más alto nivel, el general Raúl Castro, heredero de su hermano Fidel, no le recibió.
Las tensiones generadas por las declaraciones hechas en 2012 por el ministro, cuando dijo que sólo viajaría a Cuba si podía visitar a los líderes de la oposición, respondidas con desdén por su homólogo cubano, que aseguró que nadie había invitado a Cuba al ministro García Margallo, volvían a nuestra memoria; también la respuesta de Oswaldo Payá, el asesinado líder del Movimiento Cristiano Liberación, quien públicamente desagravió a Margallo asegurándole que sería bienvenido entre los amantes de la libertad en Cuba.
En noviembre de 2014 Oswaldo no pudo reunirse con el señor ministro, cuando finalmente pudo poner un pie en La Habana: el líder del MCL había sido víctima de un atentado, por el cual España no pidió explicaciones públicas y una investigación independiente al régimen castrista, pese a las muchas evidencias de que Oswaldo Payá, de hecho ciudadano español, y Harold Cepero habían sido asesinados.
Pero García Margallo habló en Cuba de transición de la ley a la ley, del derecho de los ciudadanos a ejercer la soberanía popular, de la libertad de entrar y salir libremente del país. Unas semanas antes, desde el Ministerio de Exteriores se habían puesto en contacto conmigo, y entre las sugerencias que hice fue la del regreso de los exiliados que así lo quisieran a Cuba; particularmente transmití a Exteriores mi intención de entrar a mi país, del que fui desterrado en 2010 precisamente por trabajar en la demanda constitucional de referendo para que los cubanos pudieran elegir libremente sobre su presente y su futuro, causa por la que el régimen de Fidel Castro me sancionó a 18 años, de los que pasé siete y medio en prisión, hasta que fui trasladado al aeropuerto José Martí de La Habana con destino Madrid, en 2010. Margallo no se reunió con ningún disidente u opositor en Cuba, pero al parecer su discurso democrático y su pedido para que los cubanos pudiéramos entrar y salir de Cuba libremente irritó a la camarilla de Raúl Castro y el nuevo mandamás cubano no le recibió. No hubo respuesta a ninguna de las sugerencias del ministro.
Llama la atención que precisamente por ese tiempo ya el régimen cubano negociara con Estados Unidos. Ya se estaba gestando el reinicio de las relaciones entre ambos Estados. Era como si el desdén al ministro español fuera un portazo al país que siempre mantuvo la mano extendida a la isla, desde aquel "con Cuba no romper" de Franco, cuando Castro expulsaba cientos de religiosos y religiosas, intervenía negocios de peninsulares y el ilustre Marqués de Lojendio era declarado persona non grata. Suárez, González, Aznar, Zapatero y Rajoy mantuvieron la fraterna relación; y la Pasionaria, Carrillo, Llamazares, los etarras o Fraga, y los empresarios que van a hacer las Américas invirtiendo en un país con mano de obra esclava, aunque muchos terminan sin un euro porque la mafia militar comunista con la que hacen negocios oportunamente elige cómo y hasta cuándo las puertas de Cuba, su finca particular, están abiertas.
Ahora se anuncia la próxima visita a La Habana del presidente del Congreso de los Diputados, don José María Posada Moreno. Tal vez Raúl Castro acceda a recibirle, claro, si no habla de transiciones de la ley a la ley, como han solicitado amparados en la Constitución cubana más de 25.000 ciudadanos gestores del Proyecto Varela; si no se reúne con opositores, respalda el derecho a entrar y salir del país de todos los cubanos o desliza el tema de investigar la muerte del ciudadano español Oswaldo Payá.
No hay cambios en el horizonte, los entusiastas deberían de sobra conocer la manera en la que esa mafia ha llevado sus negocios en la isla por más de medio siglo. Los entusiastas deberían saber, como saben los españoles, que si un régimen no demuestra su voluntad de reconocer todas las libertades de los ciudadanos, dialogar y respetar la soberanía popular, ni hay transición ni hay cambios.
El Movimiento Cristiano Liberación cumplirá 27 años el próximo día 8. Nuestra propuesta siempre ha sido coherente: que sean los cubanos quienes decidan su propio destino. Que el diálogo civilizado y respetuoso se imponga sobre la violencia y el odio que desde el poder se ha ejercido sobre el pueblo.
No puede haber cambios si se pacta a espaldas del pueblo. Esperamos que tanto desde Washington como desde Madrid no se olvide esto. No se olvide que a los cubanos nos han oprimido y nos siguen oprimiendo, que la junta económico-militar está intentando que se legitime su continuismo y se le reconozca como par desde naciones democráticas y civilizadas.
Si fuera así, si desde Madrid o Washington se da tal espaldarazo al régimen opresivo de la familia Castro, entonces nosotros los cubanos demócratas veremos como pares de una tiranía a Gobiernos a los que quizás hemos considerado erróneamente como amigos y hermanos.