A primera vista, lo que llama la atención en estas elecciones es el varapalo al PSOE y el triunfo del PP. Pero creo más sustancial la evidente inmadurez de un electorado sin alternativa y sometido año tras año a la política-basura instrumentada por los dos grandes partidos. El PSOE tendría que haberse hundido mucho más, dadas las fechorías y delitos de los mandamases socialistas. Quien ha derrotado al PSOE no ha sido el PP, sino la crisis económica, demasiado evidente para embellecerla con palabras bonitas como se ha hecho con la colaboración con el terrorismo y el separatismo o la falsificación de la historia.
Me parece iluso –ojalá me equivocara– esperar que el PP impulse un cambio verdadero que permita la regeneración de nuestra democracia y el reforzamiento de la unidad nacional. Toda su actuación durante los años de Rodríguez ha sido de colaboración práctica con los desmanes del gobierno, fuera de algunas quejas inanes y pellizcos de monja. Es el partido de la nena angloparlante y "la economía lo es todo", cada vez menos nacional y más nacionalista, que ha aceptado la muerte de Montesquieu, copiado los disgregadores "estatutos de segunda generación" y ayudado a la legalización de la ETA con una oposición totalmente ficticia. Como ha ayudado con su escapismo futurista a la totalitaria "ley de memoria histórica", clave ideológica de todo lo demás. La insignificancia intelectual y moral de sus líderes habla por sí sola.
El penúltimo delito de Rodríguez ha sido la legalización de la ETA, que ha registrado uno de sus mejores resultados electorales de la historia y cuyas arcas tendremos que alimentar entre todos. PSOE y PP, con sus trapacerías, inconsecuencias y demagogia barata han impulsado en las Vascongadas este éxito que alimentará el separatismo también en otras regiones. La ETA, o mejor dicho la política seguida hacia ella por los gobiernos españoles (con la excepción parcial de Aznar), ha sido la causa profunda de la crisis a que ha llegado la democracia en España. Un problema que no encontrarán ustedes analizado en profundidad en casi ninguna parte. He dicho, exagerando poco, que la ETA dicta la ley. La Constitución tiene la impronta indirecta de la ETA, pues sus mayores defectos vienen del intento de contentar a los nacionalistas para "quitar argumentos" a los etarras. Y luego la "solución política" ha sido el venero de innumerables actitudes demoledoras de la democracia y la unidad nacional. El problema pareció en vías de solución con Aznar, pero el delincuente mayor que ha pasado por el Gobierno, Rodríguez y su tribunal anticonstitucional, lo han reactivado al máximo. Y no es previsible que Rajoy vaya a solucionarlo. Al contrario.