En el espacio de una semana la ultraizquierda española ha cosechado el 26% de los votos en una elección nacional (cuando obtuvo un 7% hace cinco años), el PSOE se ha abierto en canal, Barcelona se ha sometido a las exigencias de unos violentos antisistema y el Rey ha abdicado. El Gobierno se enfrenta en estas fechas al mayor reto de toda la legislatura. El riesgo para España ya no es ser intervenida por Europa sino ser desestabilizada por los enemigos de su Constitución, los pescadores nacionalistas y de extrema izquierda cuyas ganancias dependen del río revuelto que ellos mismos revuelven.
En estas circunstancias, la capacidad de comunicación del PP –aquella que el propio Arias Cañete dijo que debía "mejorar"– va a ser imprescindible. Deberá ofrecer a los españoles una alternativa contundente a los crecidos discursos de división, rabia y rencor. Aquí van 10 + 1 ideas para alcanzar este objetivo:
1. Comunicar significa posicionarse, mojarse, decantarse, definirse. Un Gobierno comunica bien cuando los ciudadanos saben a ciencia cierta en qué cree y dónde se sitúa. Una parte de la población estará siempre en contra del Gobierno. Pero es mucho mejor una minoría opositora que una mayoría confundida. Margaret Thatcher dejó muy claro en su momento cuáles eran sus posiciones y que ella no daba medias vueltas.
2. Justificar la toma de decisiones en función de valores y principios contribuye a su comprensión: "Yo creo en esto y, en función de ello, he tomado esta decisión". Los principios no son meros prejuicios ideológicos sino balizas que ayudan a los ciudadanos a seguir el recorrido de un Gobierno. Alberto Fabra dio un buen ejemplo de ello cuando anunció el cierre de Canal Nou.
3. Comunica bien quien mantiene la coherencia entre lo que dice y lo que hace. Cuando se hace lo contrario de lo que se dijo que se iba a hacer, se crea confusión. La presidencia de George Bush padre estuvo lastrada por la rotura de una promesa electoral recordada por la frase: "Read my lips!".
4. Los datos, por sí mismos, no comunican. La caída del paro en mayo es una buena noticia, pero para ser bien comunicada debería ser narrada en un contexto simbólico. Obama, por ejemplo, ha hablado de creación de empleo en una fábrica (y empieza diciendo "¡Hola!").
5. La comunicación institucional es un oxímoron. Las instituciones no comunican; comunican las personas. La creciente tendencia de los miembros del Gobierno a hablar de sí mismos en tercera persona diciendo cosas como "Un presidente del Gobierno debe hacer esto" o "El ministro de X no debe hacer lo otro" despersonaliza el mensaje y transmite pedantería. Como contraejemplo, aquí están Obama y Cameron jugando al ping-pong (el inglés, por cierto, es una nulidad).
6. La comunicación no puede convertirse en prioritaria sólo cuando se pide el voto a los ciudadanos. Es significativo que la blogosfera del PP haya desaparecido (se creó de cara a las generales de 2011), o que Arias Cañete no haya actualizado su cuenta de Twitter desde las elecciones europeas, ni siquiera para agradecer el voto a sus votantes.
7. Quien quiera ser escuchado deberá demostrar que también sabe escuchar. Los españoles acaban de hablar en las urnas. La interpretación de su mensaje debe ir más allá de señalar quién ha obtenido más votos. Por ejemplo, Cameron reflexiona aquí sobre el mensaje transmitido por los británicos en las recientes europeas y lo hace –detalle importante– solo y a pie de calle.
8. La comunicación en los medios no debe ser subcontratada a periodistas. Cuando un periodista defiende al PP contra viento y marea en una tertulia, el ciudadano medio se pregunta por qué lo hace. En consecuencia, deja de atender a sus razones. Más allá de los valores personales de cada periodista, deben ser responsables del PP los que defiendan las posiciones del PP. El hoy alcalde de Londres, Boris Johnson, fue un asiduo participante en debates televisivos.
9. Olvidémonos de la obsesión de que todos los medios de comunicación (en particular, las televisiones) son de izquierda y han urdido un malvado plan contra la derecha española. El objetivo de las cadenas privadas es el de cualquier empresa privada: maximizar sus ingresos. El populismo contribuye a ello, pero no por ello son las cadenas responsables de los resultados electorales. El problema, más bien, ha sido el del punto anterior: los populistas han ocupado el hueco que han dejado otros. Recordemos, también, que muchos votantes del PP ven los debates de La Sexta, Telecinco o Cuatro y no por eso dejan de creer en lo que creen. Tengamos más respeto por la capacidad de la gente para llegar a sus propias conclusiones.
10. La transparencia es una muy potente arma de comunicación. Traslada respeto hacia los ciudadanos al considerarlos dignos de que se les rindan cuentas. Cuando una información se oculta, se desmerece a todos los españoles. Los partidos más transparentes son los que más subieron en las últimas elecciones.
11. Finalmente, a medio plazo, la capacidad de comunicación debe ser un mérito para progresar en el PP. Si el PP quiere comunicar mejor deberá promocionar a quien mejor comunica. La mejor forma de hacerlo es a través de la democracia interna. ¿Por qué? Porque llevará a que los cargos se esfuercen por ganar votaciones y no por recibir la bendición de dedos divinos.