Cataluña ha pasado en 35 años de ser la segunda región con más votos en favor de la Constitución a ser la primera que se proclama soberana. También es cierto que unos años antes la población se echaba a las calles a vitorear al general Franco cuando éste realizaba sus visitas a Barcelona. En unos pocos años, por obra de la enseñanza, de los medios de comunicación, de las subvenciones y de la corrección política, la clase dirigente catalana ha conseguido que una gran parte de sus paisanos pase del constitucionalismo a la sedición.
En una de sus habituales columnas manipuladoras en La Vanguardia (periódico que ha pasado de ser el más vendido en el franquismo a dirigir el movimiento separatista), el periodista Enric Juliana escribió: "Inglaterra apoyó activamente a los austracistas en la guerra de Sucesión". El periodista oculta que el apoyo activo de los ingleses consistió en bombardear dos veces Barcelona y matar a cientos de catalanes.
A fin de que, al menos, no se oculte la verdad histórica ni se mienta, recordemos que la provincia de Barcelona fue la que aportó más papeletas a favor del sí a la Constitución que ahora rompe el Parlamento catalán: casi 2.100.000. En el mismo sentido, no hemos de olvidar que Jordi Pujol, que ahora pide la independencia, como diputado en las Cortes Constituyentes votó a favor de la Carta Magna y propugnó el sí de sus paisanos.
Cuatro referendos
En Cataluña se han celebrado cuatro referendos sobre materia española (excluimos el de la Constitución europea de febrero de 2005): en 1976, el de la Ley sobre la Reforma Política, que dio paso al desmantelamiento del régimen autoritario franquista; en 1978, el de la Constitución vigente; en 1979, el del primer estatuto de autonomía, y en 2006 el del segundo estatuto de autonomía, que deroga el anterior y trata de establecer una relación bilateral entre Cataluña y el resto de España. En la tabla hemos recogido los votos favorables a cada propuesta. Pese al crecimiento de la población y el aumento de la capacidad de influencia de los medios de comunicación, el referéndum con más votantes fue el de la Constitución, seguido por el de 1976.
Votos favorables
Referéndum
1976
1978
1979
2006
Cataluña
2.567.147
2.701.870
2.327.038
1.881.765
Provincia de Barcelona
1.919.430
2.095.467
1.813.657
1.409.057
Además, los votos favorables a la Constitución superaron en casi un 30% los que recibió el segundo estatuto catalán, tan ansiado por los ciudadanos, según la clase política catalana.
En 1978, la provincia de Barcelona, mayoritariamente de izquierdas (de 33 diputados elegidos en 1977, 11 eran del PSC-PSOE, siete del PSUC-PCE y uno de la ERC), fue la que registró más votantes a favor de la Constitución de toda España, con 2.095.467; Madrid, con menor población, quedó por debajo de los 1,9 millones; exactamente 1.896.205. En porcentajes, de los votos válidos, Cataluña fue más constitucional que la media española. El porcentaje nacional fue de un 88,54%, mientras que el catalán saltó al 91,09%. Madrid quedó por debajo de la media nacional, con un 86,77%. Por encima del 90%, junto con los catalanes también estuvieron los andaluces (92,39%), los murcianos (91,30%) y los canarios (92,41%).
Los habitantes de las otras tres provincias catalanas también votaron en masa a favor de la Constitución, que "se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles" y que afirma:
La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
El sí obtuvo en Gerona el 90,43% de los votos; en Tarragona, el 91,74 y en Lérida, el 91,89. Tanto entusiasmo no se vivió en otras provincias. Aparte de Madrid, en lugares como Zaragoza (88,35%), Valencia (89,22), Asturias (89,38) o Valladolid (83,30) el sí quedó por debajo del 90%. De nuevo, los catalanes tuvieron un comportamiento muy similar al de los andaluces: en Sevilla se manifestó a favor de la Constitución el 93,17% y en Málaga el 92,76.
Una sociedad rota: la real y la oficial
Pero no sólo los catalanes se sintieron más concernidos por la norma fundamental española, sino que votaron a favor del estatuto catalán de 1979 en mayor número y porcentaje que el de 2006. El referéndum de 2006 es uno de los pocos celebrados en España que tiene el dudoso honor de que la abstención superó la participación.
En 1979, de un censo de 4.421.965 votaron a favor 2.327.038, de los que eran residentes en la provincia de Barcelona 1.813.657. En cambio, en 2006 el censo electoral ascendía a 5.310.103, pero sólo votaron 2.594.167, de los que 1.899.897 lo hicieron a favor de la carta constitucional catalana y 533.742 en contra; en la provincia de Barcelona los síes se quedaron en 1.409.057.
Por mucho que lo quisiese disimular el aparato de agit-prop catalanista, el respaldo popular al nuevo estatuto catalán fue muy inferior al que tuvieron la última Ley Fundamental del franquismo, la Constitución y el Estatuto de Sau, aunque es cierto que superior al de la Constitución Europea (1.386.794 votos favorables en Cataluña y 11.057.563 en toda España).
Entre los análisis que se pueden hacer de esta serie de resultados está el de la creciente desafección de los catalanes hacia la política de ámbito local y, en consecuencia, la existencia de dos Cataluñas: la oficial y la real. La oficial prosigue su cabalgada hacia no sabemos dónde (¿el nuevo Estado europeo?, ¿la impunidad de la familia Pujol?, ¿la colonización del resto de España?), mientras la real se limita a bostezar o encogerse de hombros. Pero la historia prueba que las sociedades con semejante dualidad pueden mantenerse siempre que no se enfrenten a grandes retos o crisis, porque en ese caso la paz aparente se suele romper por obra de líderes desclasados o de movimientos populares.