"La prensa de izquierda le fabrica a la izquierda los grandes hombres que la naturaleza y la historia no le fabrican" (Nicolás Gómez Dávila).
A principios de los años 90 elaboré unos índices bibliográficos para un libro editado por la Fundación Cánovas del Castillo, hoy subsumida en la FAES. Para ello, tuve que consultar la colección de la Revista de Estudios Políticos, editada por el que trató de ser el think tank del franquismo, el Instituto de Estudios Políticos (rebautizado en la democracia como Centro de Estudios Constitucionales), y que, como casi todo centro de pensamiento o cultura en España, dependía del Presupuesto General del Estado, en este caso del Ministerio de Presidencia.
En los ejemplares de los años 40 y 50 encontré numerosas reseñas y crónicas firmadas con unas iniciales, E. T. G. Le pregunté al coordinador del volumen, Dalmacio Negro Pavón, si sabía a quién pertenecían. "A Enrique Tierno Galván", me respondió. ¡Uno de los santones de la izquierda y del antifranquismo, colaborador (retribuido, por supuesto) de la publicación más ideológica del Régimen del 18 de Julio!
Y es que si alguien puede encarnar la "mentira antifranquista" que ha definido Hermann Tertsch y que está descarnando España es Enrique Tierno Galván (1918-1986), de cuya muerte en un hospital privado, la clínica Ruber, se cumplen 30 años.
En uno de los grandes libros de investigación escritos en España desde el final de la dictadura, La verdad sobre Tierno Galván (1997), César Alonso de los Ríos demolió el edificio de mentiras y silencios levantado en torno a la persona de Enrique Tierno Galván por él mismo y por su tribu. Como otro farsante, el supuesto deportado a Mauthausen Enric Marco, Tierno Galván se había inventado de arriba abajo, incluso un pasado de hijo de una familia tradicional de campesinos sorianos, cuando había nacido en un modesto barrio de Madrid y su padre era un suboficial del Ejército.
Seamos sinceros, ¿cómo podía ser un resistente antifranquista alguien a quien el régimen le permitía ganar una oposición a la cátedra de Derecho Político de la Universidad de Murcia en 1948? O Tierno no era tan demócrata ni tan rojo como pretendía o el franquismo no era tan dictatorial.
Como otros intelectuales que consiguieron sus cátedras y otras prebendas en los años más duros del franquismo, de los que podemos citar a José Luis López Aranguren, Pedro Laín Entralgo y Antonio Tovar (¡intérprete de Serrano Súñer en sus viajes a la Italia fascista!), en los años 60 se pasó a la oposición. Otra coincidencia entre todos los profesores citados es que colaboraron en El País. Tierno fundó el Partido Socialista del Interior, que luego se llamó Partido Socialista Popular. Su PSP compitió con el PSOE de Felipe González por ser el partido socialdemócrata elegido por EEUU y Europa para la democracia y, también, por el dinero del extranjero.
Dinero de Gadafi para el PSP
En muchos partidos e instituciones del régimen actual es inocultable la influencia de las dictaduras musulmanas: los vínculos de la Casa de Saúd con Juan Carlos I, del régimen de los ayatolás iraníes con Podemos, del sultanato marroquí con el PSOE, el Partido Popular y el pujolismo… El libio Gadafi, que se presentaba como socialista, financió al PSP de Tierno y a otros partidos de izquierdas. En 1976, para convencer a Manuel Fraga de que permitiese la apertura de una oficina de la Fundación Ebert en Madrid, los socialdemócratas alemanes plantearon en Bonn al entonces ministro de Gobernación este dilema (v. Antonio Muñoz Sánchez, El amigo alemán): ¿qué prefería para su proyecto de un sistema de partidos turnista, un socialismo dominado por un PSP que colaboraba con líderes revolucionarios no europeos o por un PSOE asociado a los partidos germanos y escandinavos? Fraga, que tenía simpatías por Tierno basadas en el escalafón y los libros leídos, dio el permiso a la Ebert.
En las elecciones generales de 1977 el PSP obtuvo poco más de 800.000 votos y cinco diputados, entre ellos Tierno. Al año siguiente se integró en el PSOE. Pero la extinción del PSP no se debió únicamente al fracaso electoral. José Manuel Otero Novas (Lo que yo viví) cuenta que el Gobierno de Adolfo Suárez recibió varias sugerencias de Washington para que dejaran morir al PSP y así todo el socialismo se unificara en un solo partido que impidiera a los comunistas españoles convertirse en un movimiento tan poderosos como en Italia.
A Otero, que en esos meses despachaba a diario con Suárez, Fernando Morán le había pedido sólo 30 millones de pesetas para sobrevivir; y planteó como argumento para que el Gobierno posfranquista salvase al PSP que el PSOE era "un partido inmaduro, con un nivel intelectual bajo". Al principio, Suárez aprobó la ayuda. Pero poco después Otero recibió la petición de un consejero político de la embajada de EEUU de que dejaran "morir" al PSP. La ayuda se anuló y el PSP desapareció en mayo de 1978.
En el debate constitucional, el preámbulo de la Ley Fundamental, que habla de "democracia avanzada", lo redactó una comisión del PSP, formada por diputados y profesores, supervisada por Tierno.
Gónzalez y Guerra recompensaron a Tierno con la típica patada hacia arriba: le presentaron como candidato a la Alcaldía de Madrid en las elecciones de 1979. Aunque quedó por detrás del candidato de UCD, un pacto con el PCE le nombró alcalde.
La última mentira sobre él es la de haber sido el alcalde más popular de Madrid. En su descargo hay que decir que ésa se la inventó el aparato de propaganda de la izquierda, con la colaboración del periódico Ya, entonces propiedad de la Conferencia Episcopal Española. Tal condición corresponde a José María Álvarez del Manzano, y para afirmarlo no nos basamos en la asistencia a los funerales, sino en las elecciones. En las de 1983 la lista de Tierno Galván recibió 803.983 votos. En las de 1995 la lista encabezada por Álvarez del Manzano tuvo 945.634 votos, marca que no se ha superado desde entonces.
Archivo entregado a una logia masónica
Otro asunto oscuro que podría explicar el acceso a la financiación por la socialdemocracia alemana y el Departamento de Estado de EEUU es su pertenencia a la masonería. El historiador Ricardo de la Cierva, experto en la organización, la daba por segura. Para zanjarla baste aducir que el único hijo de Tierno Galván entregó el archivo personal de su padre a la Gran Logia Simbólica de España.
A los 30 años de su muerte, nada de la verdad de su pasado aparece en los programas de televisión, las tribunas en los periódicos y los obituarios. Alonso de los Ríos escribió sobre las reacciones a su biografía:
Debo decir una palabra sobre algunas reacciones a mi investigación sobre Tierno. Prefieren los mitos a la verdad. Por otra parte tenemos una tradición anticientífica. A partir de la guerra se hizo un pacto de silencio, gracias al cual nuestra historia parece más un rosario de milagros que un comportamiento colectivo contradictorio y lógico a la vez. Se ha llegado a tales grados de complicidad en el ocultamiento de la realidad que quien se atreve a romperla se convierte en un aguafiestas cuando no en un inquisidor. Qué se va a hacer. Son riesgos del oficio.
Su frase más recordada es la de que "los programas electorales están para no cumplirlos", indicativo de la corrupción moral que padecemos. Cuando la pronunció, muy pocos se indignaron; la opinión general alabó la sinceridad del socialista. Pero para este artículo yo prefiero citar otra. Cuando en 1981 presentó su libro Cabos sueltos se negó a calificarlo de memorias, sino de recuerdos, y añadió:
Los españoles no sabemos escribir memorias como el resto de los europeos. No es un género español.
Más bien los españoles mentirosos como Tierno Galván no saben escribir memorias. Quizá sea porque les queda algo del rechazo católico a la mentira o porque temen que alguien descubra su pasado oculto. En ello estamos.