Hay dos mitos (timos más bien) asentados en la demoscopia española desde la transición. Uno, que España es mayoritariamente de centro-izquierda. Dos, que el centro-derecha sólo puede ganar al PSOE cuando se produce una alta abstención, porque los votantes de izquierdas suelen ser más críticos con sus representantes y partidos. De aquí que la gran estrategia política de muchos dirigentes del PP sea la de pasar de puntillas por las campañas electorales, como pasaban los caballeros junto a los dragones dormidos.
Sobre el primero poco hay que decir: el PSOE ha sido el partido más votado en seis de las diez elecciones generales habidas desde 1977. La responsabilidad de esta hegemonía de la izquierda se debe, en gran parte, al sistema educativo, a los medios de comunicación y a sectores –cada vez menores, es cierto– de la Iglesia Católica, que transmiten mensajes y valores propios representados en política por la izquierda. Se trata de desequilibrios presentes ya en los últimos años del franquismo y contra los que muy pocos luchan.
Respecto al segundo, los datos demuestran que se trata de un tópico. No sabemos si la izquierda lo emplea como el reloj del hipnotizador para adormecer al PP o porque se lo cree por vagancia intelectual. La abstención como clave en la derrota del PSOE aparece en boca de políticos y de publicistas. En la campaña de las elecciones gallegas de 2009, José Blanco declaró que el PP fomentaba la abstención para ganar. Después de las elecciones de 2008, Belén Barreiro, ex directora del CIS, escribió en El País (¿dónde si no?) que "en España, donde hay más ciudadanos de izquierda que de derecha, la abstención de una parte de los ciudadanos más próximos al PSOE es requisito imprescindible para la victoria de los populares". ¿Son estas afirmaciones verdaderas?
En las elecciones de 2008, en 14 de las 15 provincias en las que la abstención había sido menor, había ganado la lista del PP, mientras que en las 15 provincias con mayor abstención, el PSOE o el PSC habían vencido en 12. Con participaciones superiores al 80%, el PP había quedado primero en circunscripciones tan pobladas como Madrid, Valencia, Murcia y Toledo. Lo mismo ocurrió en las elecciones al parlamento gallego de 2009: la superior participación respecto a las de 2005 supuso una victoria más amplia para el PP.
¿Qué ha ocurrido en las elecciones del domingo 22? Tomemos los datos de las elecciones municipales, que se han celebrado en toda España. Las únicas regiones con participación superior al 75% han sido Castilla–La Mancha (76,70% frente al 73,41% de 2007) y Extremadura (76,31% frente al 74,93%). En ambas, el partido más votado ha sido el PP. En Castilla–La Mancha, el PP ha ganado 87.000 votos y el PSOE ha perdido 51.000; IU ha aumentado sólo en 7.000. En Extremadura, el PP ha recibido 43.000 votos más, mientras que el PSOE ha perdido 39.000 papeletas; IU ha subido 4.000. Se ve claro que en ambas regiones se produce no sólo un trasvase de votos del PSOE al PP, sino que, además, el aumento de la participación beneficia al PP.
En Andalucía, donde la participación se ha acrecentado en más de cuatro puntos (del 61,62% al 65,84%), el PSOE ha perdido 243.000 votos, mientras que el PP ha ganado 375.000. IU tiene sólo 15.000 más.
Las dos comunidades donde más ha crecido la participación son Galicia y Asturias, en ambas unos seis puntos y en ambas el PSOE ha caído. En Galicia, el PP ha subido 54.000 votos; por el contrario, el PSdeG ha menguado en 66.000 y el BNG lo ha hecho en 54.000. En Asturias, del PSOE han salido 68.000 votantes. El PP disminuye en 90.000, pero el partido de Álvarez Cascos obtiene 121.000 votos, por lo que el centro-derecha en conjunto aumenta en más de 30.000. En esta región, IU gana 19.000.
Entre los ayuntamientos que pierde la izquierda –mayoritaria en España, según Belén Barreiro, recordemos– destacamos los dos más populosos: Barcelona y Sevilla. En Barcelona la participación ha subido del 49,62% al 52,97%. El partido del alcalde, el PSC, ha bajado en 48.000 votantes; ERC lo ha hecho en 20.000; y los eco-rojillos han subido 6.000. CiU ha ganado 19.000 y el PP 9.000. Y en Sevilla, donde el PP ya había ganado hace cuatro años, la participación ha crecido del 54,61% al 62,73%. En estas circunstancias, el PSOE ha perdido 25.000 votos, el PP ha ganado 38.000 e IU sólo ha subido en 1.000.
La conclusión es que en estas elecciones la mayor participación ha beneficiado al PP. Otra conclusión es que la fórmula para obtener la victoria es trabajársela calle por calle.