La sentencia que condena a Pedro Pacheco "el enorme" confirma que la Justicia es un cachondeo en tres sentidos. En el primero, la sentencia, que incorpora la insensata tesis de la "intencionalidad" en la prevaricación que condenó al juez que instruyó la causa contra el grupo Prisa(¿lo recuerdan? El ya ex juez Gómez de Liaño), implica que esta justicia es un cachondeo, porque a ver qué ser humano puede probar que es capaz de conocer la intencionalidad de Pacheco o de cualquiera. En esta sentencia se dice que los condenados siguieron un "plan preconcebido" sirviéndose del cargo que ocupaba Pacheco como vicepresidente de Emusujesa y que "suscribieron, sin causa ni intención de cumplimentar y con la exclusiva finalidad de dar apariencia de legalidad a la salida de dinero de la empresa municipal mencionada a su favor y conseguir así el propósito buscado de lucro ilícito con dinero público, lo que denominaron contratación laboral –de obra o servicio determinado– en febrero de 2005". Esta sentencia, como acto de justicia, puede ser un cachondeo.
Dicho esto, cabe aportar además que la Justicia es un cachondeo en un segundo sentido, porque la condena a Pacheco es, en definitiva, por haber colocado a dos asesores a dedo. En términos técnicos, por la contratación ilícita a través de empresas públicas de dos compañeros del PSA, José López y Manuel Cobacho, entre los años 2005 y 2007. Que se condene a Pacheco por colocar a dedo a dos personas en una Andalucía dominada por un bipartito de izquierdas para el que la colocación a dedo es toda una costumbre es un cachondeo que mueve al sonrojo.
Recordemos sólo el caso Estepona, donde la Policía comprobó que había centenares de colocados a dedo por el PSOE, con nombre, apellidos y carné de identidad. Y tenemos a IU implicada en el caso Manilva (y otros muchos), donde hay decenas de familiares de la alcaldesa colocados a dedo. Si lo quieren, repasen el libro La tela de araña andaluza: hilos de un régimen, donde se describe el estado de enchufismo general en que nos ha sumido el PSOE gobernante desde 1982. No se olviden del capítulo sobre los colocados en la Administración paralela. Si esta justicia no fuera un cachondeo, abríría la instrucción de una causa general contra el enchufismo desarrollado desde la Transición y los primeros años de la Junta de Andalucía.
Pero, a pesar de todo, Pedro Pacheco y los demás políticos andaluces y españoles implicados en el uso ilegítimo del poder político han considerado que el valor de la Justicia es un cachondeo. Es el tercer sentido. Muchos de nuestros políticos, incluido Pedro Pacheco, han considerado que la política es una actividad sectaria, no democrática, partidista e irrespetuosa con el Estado de Derecho y la igualdad de derechos, deberes y oportunidades de los ciudadanos. Esto es, han actuado considerando que la Justicia, el valor de la justicia, era un cachondeo y que sus intereses de partido estaban por encima de todo. Ahora recibe Pacheco la consecuencia de un cachondeo de justicia. A pesar del cachondeo general, merecido lo tiene.