En una democracia cabal, el voto es individual, libre y secreto y, por tanto, no controlable directamente. Pero en la democracia real, la mayoría de las personas, aunque pueda ser especialista en algo, es lega en todo lo demás. Esto es, a la inmensa mayoría de ciudadanos nos es imposible saber cuáles son los hechos reales, o quién dice la verdad y quién no en casi todas las materias. Por tanto, pueden influir indirectamente en nuestro voto mediante la propaganda ejercida en todos los frentes, muy especialmente desde un sistema educativo que siembra principios, recuerdos, creencias y actitudes. Los hechos apenas tienen importancia porque son oscurecidos o eliminados para promover adictos irracionales.
Para la izquierda en general (y también para alguna derecha), la educación no es un medio para hacer crecer la excelencia profesional y la conciencia crítica en libertad para la búsqueda de verdades. Especialmente, no se trata de que los alumnos conozcan críticamente todo el universo de hechos, ideas y creencias para que decidan sus comportamientos desde los valores que portan y se forjan, sino que se trata de impedir la entrada en la conciencia de los contenidos que no convienen a las izquierdas. Para los marxistas puros, y para los totalitarios en general, la educación es sencillamente adoctrinamiento.
Pondré dos ejemplos. Desde 1982, habrá contados ciudadanos que no conozcan el asesinato de Federico García Lorca y el bombardeo de Guernica por el "franquismo". Pero muchísimos menos saben del asesinato por las milicias republicanas de José María Hinojosa, poeta andaluz de la misma generación que su amigo Federico e introductor del surrealismo en España, con pocos días de diferencia. Muchos menos saben algo del bombardeo de Cabra, bombardeo republicano sobre la población civil egabrense que causó muchos más muertos y heridos que en Guernica. He repasado minuciosamente la Historia de España en el siglo XX de Javier Tusell y no menciona al pobre Hinojosa ni el bombardeo de Cabra, pero destaca el asesinato de Lorca y el bombardeo de Guernica. Fíjense.
Es posible que Zapatero fuera un bobo solemne, pero los bobos son muy peligrosos cuando pueden hacer y deshacer a su antojo. Y además, como es sabido, no descansan. En la conferencia política del PSOE de 2001 en el Círculo de Bellas Artes, dijo textualmente: "La izquierda gana primero la batalla de las ideas y luego la del poder. Y, en consecuencia, la derrota en el terreno de las ideas suele anunciar la derrota en el terreno del poder." Era una síntesis de intenciones. En realidad, no se trata de educar, de hacer crecer en libertad, sino de aleccionar para aumentar el número de votantes de izquierdas. Por ello, donde pueden, las Universidades son penetradas por profesores afines, que no por los mejores, y los Institutos y Escuelas, además de penetrados, son controlados por los aparatos inspectores. Por ello, las leyes educativas que no sean promovidas por la izquierda, son derogadas o boicoteadas una y otra vez sin posibilidad alguna de consenso nacional.
Pero, con ser grave todo esto, el problema es que no hay exigencia ni entusiasmo por una educación crítica y liberal que sea científica y tecnológicamente exigente y que trate todos los hechos y sus posibles interpretaciones sin prejuicios aportando a los alumnos los máximos puntos de vista posibles. Interesa mucho más una policía del pensamiento, que presintió Orwell, que la libertad de pensamiento. Conviene mucho más una web de la "verdad" oficial, que la verdad. El problema es que los ciudadanos españoles que tienen que sostener económica, social y políticamente una democracia parlamentaria y liberal están siendo educados desde 1982 para otra cosa.