Se conocieron como "aldeas Potemkin" a unos supuestos escenarios diseñados por el mariscal Potemkin cuando la emperatriz Catalina II, de la que durante unos años fue amante, decidió visitar los territorios de Crimea. Según esta leyenda, corrupto hasta la médula y habiendo dilapidado el dinero recibido de la soberana, Potemkin decidió situar en el camino unas falsas aldeas llenas de campesinos, ganado y jardines en magnífico estado para ocultar la penuria real y miserable de la población. En cuanto pasaba Catalina, los decorados, personas y animales eran trasladados a nuevos lugares por donde debía pasar el cortejo zarista. Aunque muchos creen que tal montaje no existió en realidad, lo cierto es que, fuese calumnia o no, unos años más tarde todas las cortes europeas creían firmemente en que tal felonía había ocurrido. Hasta tal punto llegó la convicción que se ha dado en llamar "aldeas Potemkin" (o "pueblos Potemkin") a las apariencias que se presentan como verdaderas y esconden una gran falsedad.
Por extensión podemos hablar de las Españas Potemkin como escenarios perfectamente diseñados que se presentan a los ciudadanos para camuflar una realidad vergonzante. Tenemos aún caliente este fin de semana la España Potemkin de la izquierda española que nos inyecta la imagen de un país donde se pasa hambre física (por lo que el bandolerismo caritativo debe bendecirse), donde el PP es un cáncer genético de la derecha política nacional donde anidan el egoísmo y la maldad, donde la conspiración de ricos internacionales y ricos españoles han generado la miseria nacional, donde unas elecciones democráticas han sido un fraude moral por lo que han de ser corregidas mediante un referéndum y donde cada día es más preciso romper las reglas del juego, en la calle y con violencia creciente.
Este decorado de cartón piedra oculta que la izquierda ha gobernado 22 años de 35 desde 1978, que durante sus gobiernos se han alcanzado tasas insoportables de paro, que las regiones donde ha gobernado durante 30 años están entre las más atrasadas de España, que la crisis reciente tiene mucho que ver con la incapacidad del PSOE y la deuda y el déficit legados al nuevo gobierno, que la educación, diseñada por las izquierdas, no funciona, que el sectarismo y la corrupción se cobijan preferentemente en el seno de izquierda, que el sindicalismo de clase (de la peor clase) alimenta a una carísima casta burocrática y unas estructuras faraónicas con dinero succionado a la fuerza del bolsillo ciudadano y que han callado como tumbas cuando el paro ascendía hasta llegar a los más de cinco millones de parados. Etcétera.
Y luego está la España Potemkin del separatismo regionalista, con cuadros que se suceden: que si se les reprime, que si se les roba, que si se les excluye, que si se les desprecia, que si se les impide... Etcétera. Y todo ello con el visto bueno de un PSOE esquizofrénico y de una IU completamente enferma. Tras esta tramoya infame, mueren los hechos reales, desde una gestión ladrona de los fondos públicos (3 por ciento o más, recuerde Mas) a que una Cataluña o País Vasco sin España serán lo que sean pero sin Europa, desde una opresión lingüística sistemática contra el castellano a mentiras como la de la Guerra de Sucesión y Rafael Casanova y otras muchas repetidas ritualmente por periodistas, profesores e historiadores, desde el desprecio a las víctimas del terrorismo a los fueros medievales e injustos. Etcétera.
En este panorama, ¿dónde están los empresarios con gran poder mediático? ¿Y los sindicatos sin servidumbres marxistas? ¿Y los millones de catalanes y vascos que no desean la independencia? ¿Y los españoles, expertos, sabios, profesionales, artistas, descontentos con este estado de las cosas, con el desprecio a toda una nación chantajeada desde la izquierda y el nacionalismo? Y sobre todo, ¿dónde estás, PP, que pastas en un silencio ominoso, que sólo ves economía donde, además de ella, hay emociones, sentimientos, imágenes y sueños y que eres incapaz de explicar las razones, o la necesidad, del sufrimiento que se está causando a millones de personas que te han votado?
Por lo menos, inventa algo, otra España Potemkin, por ejemplo, que por inexacta que sea sirva de escenografía a millones de ciudadanos que tienen derecho a no sentirse solos en este teatro sin obra y esta corte sin milagros donde se limitan a pagar, y a pagar, y a pagar...