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Pedro de Tena

El dinero de la formación profesional

¿Cómo es que hay empresas que ya no existen y siguen siendo subvencionadas? Estén atentos a este periódico digital.

En nuestra democracia han saltado los escándalos previsibles. Algunos de ellos, enormes, colosales. Desde que Alonso Puerta, un concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, destapó la irregularidad de una contrata y fue defenestrado por su partido, los escándalos –recuerden el famoso "ni Flick ni Flock" de Felipe González, como siempre desmentido por los hechos–, hasta el caso del fraude de los ERE y las ayudas a las empresas con un fondo de reptiles no ha escampado. Ni nos acordamos ya, mala memoria, del caso Guerra, del caso Filesa, del caso Naseiro, del caso Ibercorp, de Paula e Iván Chaves, por señalar algunos. Primero, fue la financiación de los partidos políticos. Luego, fue la alianza del PSOE con la beautiful people, o el modo de hacer capitalismo "socialista". Poco después, se fue destapando el nepotismo y la financiación de los sindicatos. Queda mucho por descubrir, pero entre todos los escándalos pendientes sobresale el de la formación. No sólo es que el dinero destinado a la formación sea una cascada sin freno (3.000 millones de euros sólo en el año 2011), sino que pocos conocen y comprenden cómo funcionan las subvenciones a la formación para el empleo.

Pondré algunos ejemplos. ¿A quién se dan las subvenciones a la formación? Está claro que, fundamentalmente, a los empresarios de la CEOE y a los sindicalistas de UGT y CCOO que, gracias a estas inyecciones de dinero público, han logrado formalizar unas potentes burocracias que se sienten uncidas al yugo del poder, del que sea, porque han organizado un tinglado de oficinas, de personal, de recursos materiales que no podrían pagar sin las transfusiones del gobierno que sea. Pero también se dan a otros empresarios y asociaciones, muchos de ellos flor de un día que nacen, cobran la subvención y desaparecen. Y a otros muchos que ni siquiera cumplen los requisitos exigidos en la propia normativa que regula tales subvenciones. Y luego, vendrá el escándalo fundamental: ¿se han dado todos los cursos en sindicatos, organizaciones empresariales, asociaciones varias, cooperativas, etc., o se han recogido relaciones de nombres, apellidos y DNI y se han aportado como receptores sin haber asistido ni un día a las subvencionadas aulas? 

Concretaré un poco más porque ni el Tribunal de Cuentas ni los órganos autonómicos de fiscalización se prodigan en inspeccionar estos dineros. En Andalucía, desde el principio de la democracia sólo ha habido una fiscalización parcial de la formación en lo referente a UGT, CCOO y Confederación Andaluza de Empresarios. Fue en 1998 la única vez que la Cámara de Cuentas examinó las subvenciones de la Consejería de Trabajo de la Junta de Andalucía para formación ocupacional. En aquella inspección se advirtieron irregularidades como la "no observancia de los módulos de cálculo de las subvenciones", las variaciones, que llegaban a triplicarse, de los precios de las horas de formación según unos y otros, o que "el 28% de los cursos se imparte por menos horas de las que establecen los estándares", muy especialmente en el caso de UGT. 

Recuerden el caso Pallerol, nunca aclarado, en el que la juez consideraba que dirigentes de Unió y el empresario andorrano Fidel Pallerols se confabularon para desviar dinero procedente de subvenciones públicas destinadas a la formación de parados. Luego saltó el caso de la Asociación para el Desarrollo de la Formación, constituida por la propia patronal del Bajo Llobregat y las dos centrales sindicales, por cobrar por cursos no realizados. En junio de 2009 la Audiencia de Cádiz condenó a una exdirigente de la Unión General de Trabajadores (UGT) por un delito continuado de falsedad, en concurso con un delito de malversación, por un fraude cometido con dos cursos de formación inexistentes, con el objeto de cobrar una subvención de la Fundación para la Formación Continuada (Forcem).

Ahora, hay que investigar de verdad. ¿Cómo es que hay empresas que cobran cinco millones de subvención cuando sólo tienen en nómina a unos pocos administrativos? ¿Cómo es que hay empresas que ya no existen y siguen siendo subvencionadas? Estén atentos a este periódico digital. 

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