Tampoco hay para tanto. Podrían haber criticado a una alcadesa, desalojado a un okupa, detenido a un ladrón y mostrado un cartel con la leyenda "Viva España". En ese caso, las medidas cautelares contra los dos titiriteros que la liaron en Madrid contarían con el respaldo unánime de las ediles de todos los colores, los okupas, los ladrones y la izquierda en general, con o sin esmoquin. Pero no, los muchachos trataron de solazar a los infantes con ligeras variaciones. Colgaron a un juez, violaron a una monja, apuñalaron a un policía y enseñaron un cartel en el que ponía "Gora Alka-ETA". Una chorrada, la adaptación para todos los públicos de las ideas de la nueva izquierda.
El bolivariano Monedero, por ejemplo, obsesionado con los estupefacientes, acusó a la Policía de llenar el País Vasco de droga para "desactivar" a la juventud vasca. También insinuó que Rivera consumía cocaína. Ambas declaraciones fueron muy celebradas por su peña. Igual que el chiste de un tal concejal Zapata sobre cómo meter a seis millones de judíos en un seiscientos. O la performance de Rita Maestre en una capilla católica. Pura libertad de expresión.
Es fácil de deducir que si la otra Rita hubiera penetrado en sujetador en una mezquita, el asunto adoptaría otras dimensiones. Hubiera sido una provocación intolerable, un abuso, un insulto y un delito con pena de muerte por lapidación. Lo mismo que si Zapata en vez de meterse con los judíos se hubiera cachondeado de los palestinos o ciscado en el Estado Islámico.
Más de mil muertos después, el terrorismo en España es cosa de charangas kichis, títeres carmenitas y apellidos vascos. Un chiste. En Cataluña, sin ir más lejos, TV3 presentó a Carles Sastre, histórico de la banda terrorista Terra Lliure, uno de los asesinos de José María Bultó, como un "gran reserva del independentismo", sin mencionar que la banda de Sastre ideó el método de adosar un cinturón con explosivos al industrial, así como al matrimonio Viola. El susodicho firmaba el primero un manifiesto a favor de Mas, lo que motivó el blanqueo mediático de su pasado criminal. En Cataluña se acuñó también la expresión Comando Dixan para relativizar el intento de un grupo de terroristas islámicos de perpetrar un atentado en el Metro de Barcelona.
Gora Alka-ETA resume, condensa y destila el pensamiento de una izquierda y de un nacionalismo cuyo acomodo conceptual está en la barbarie de los ayatolás y los chavistas, en los vertederos de la historia, en la justificación de la "lucha armada", en la difusión de una propaganda que presenta a las víctimas como enemigos del pueblo y a los asesinos como héroes.