Menú
Pablo Planas

Butkevicius y Dombrovskis, los héroes de la Diada

¿Que quienes son? Pues el premier lituano y el letón, respectivamente.

Es conocido que la Generalidad no repara en gastos con sus embajadas y es público que en 2011, último año del que se tiene noticia al respecto, destinó la cantidad de 32,8 millones de euros al sostenimiento de su red exterior. Eso incluye gastos como 473.000 euros anuales por el alquiler de un despacho en el Rockfeller Center de Nueva York, cuyo gran atractivo es que está al lado de la oficina del Quebec. O los sueldos de los embajadores, de ochenta mil euros al año, dietas y ayudas semirregias aparte. Y tales desembolsos se giran a fin y efecto de airear la teoría de que España no existe y Cataluña es otra cosa.

En materia de chiringuitos internacionales, la administración catalana fue pionera, pero ahora no existe una sola región que no disponga de valija para sus alijos en las principales capitales del mundo. Tampoco sirven de mucho, como las catalanas, más allá de pensionar a amigos, familiares y afiliados. Y en esto también hay una primera vez, una vía catalana. Si Carod colocó a un hermano al frente de la avanzada parisina, la vicepresidenta del actual gobierno autonómico, Joana Ortega (del partido de Duran), ha mandado a una sobrina a la legación berlinesa. Que a la afortunada no le asistan los conocimientos de alemán que al parecer adornan a Guardiola no ha supuesto impedimento alguno. Dados los criterios de selección de personal, es bastante improbable que las representaciones cumplan la función para la que fueron concebidas. En realidad, se prestan más bien al solaz y asistencia de los altos cargos autonómicos cuando viajan por el mundo y al asesoramiento financiero.

No obstante, la ineficacia política de las embajadas de la Generalidad contrasta no tanto con los abundantes fondos que se destinan a ellas como con la obsesión nacionalista por internacionalizar el denominado problema catalán. Pero a la vista de las reacciones internacionales suscitadas por la cadena independentista, la operación Freedom for Catalonia ha sido un completo fiasco, un fracaso sin paliativos y una pérdida absoluta de tiempo y de dinero. Según las cuentas de la administración autonómica, la movida del once fue recogida por 87 medios extranjeros. Lo que no dicen es que el tratamiento de la información oscilaba entre la revelación de una hazaña tipo Guinness y el análisis de la catástrofe económica de la independencia. Por no hablar de las reiteradas advertencias de la UE sobre la exclusión de una hipotética república catalana, venga de un referéndum, de una declaración unilateral o de un descuido de Rajoy.

No ha habido asunto al que hayan dedicado más horas, esfuerzo y recursos los estrategas de ERC y los tácticos de CiU y en pocos ámbitos como el de la complicidad internacional han fallado más estrepitosamente. De nada han servido las campañas y los artículos, pagados según tarifa publicitaria, en la prensa extranjera. De menos aún, los viajes de Mas a Londres, Moscú o los Estados Unidos. Y aún más en ridículo han quedado los eurodiputados del frente soberanista, que no han sido capaces de recoger ni una sola adhesión relevante. La irresponsabilidad que se desprende de los planes de Mas es tan notoria que ni escoceses ni quebechuás han querido salir en la gigafoto de la vía sin salida.

Pero lo que resulta verdaderamente antológico es que sólo dos primeros ministros, dos, en todo el mundo hayan tenido a bien referirse a lo del otro día. Y porque los fueron a buscar y les frotaron con la alcachofa. Se trata de Algirdas Butkevicius y Vladis Dombrovskis, nuevos héroes del independentismo catalán. ¿Que quienes son? Pues el premier lituano y el letón, respectivamente. Parece una broma, pero todo el apoyo internacional que ha conseguido la cadena independentista es un saluda en plan que lo decidan ustedes bien y déjennos tranquilos del amigo Algirdas y el simpático Vladis. No hay más que contemplar las imágenes de la performance del otro día y las de la Cadena Báltica para comprender la poca gracia que le puede hacer a un lituano el que se compare lo de aquí con abrirse de la Unión Soviética, a la que las tres repúblicas estaban sometidas en virtud del pacto Molotov-Ribbentrop. O sea, lo mismo o parecido.

Para conseguir unas declaraciones de menos de dos minutos se desplazó un equipo de la Agencia Catalana de Noticias, la Efe de la Generalidad, hasta Vilna y Riga. Y pese a lo muy relativo del apoyo, más que glacial inexistente, en Cataluña se acogieron las palabras de Butkevicius y Dombrovskis como si Merkel, Cameron y Hollande estuvieran por la labor. Téngase en cuenta, se matiza, que el lituano es presidente de turno de la Unión. Un delirio. Otro.

Pero como hay quien está empeñado en salvar al soldado Mas cueste lo que cueste, Margallo, nobody else?, ha tenido la ocurrencia de llamar a capítulo a los embajadores de Lituania y Letonia, con lo que un ridículo monumental del nacionalismo se ha convertido en un éxito diplomático en toda regla para la grey indepe. Excelente, ministro. La prensa de Barcelona le jalea con entusiasmo creciente.

Temas

En España

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Escultura