Cuando Teddy y Ramoncín se enfadan con los consumidores me ocurre lo mismo que cuando pierde el Real Madrid: disfruto un huevo. En el caso de los capos de la SGAE mi reacción no es fruto de una maldad intrínseca o una oscura pulsión sádica –o tal vez sí, vaya usted a saber–, sino que entiendo que los que viven del dinero de los demás tienen que compensar esta usura sufriendo de vez en cuando algún cabreo monumental.
El lobby agrupado en torno a la SGAE entiende que todos los ciudadanos debemos pagarles, utilicemos o no sus servicios. Esa y no otra es la clave del llamado canon digital, que grava la compra de un DVD virgen, pongamos por caso, con una cantidad adicional ante la posibilidad de sea utilizado para grabar los grandes hits del rey del pollo frito y venderlos a la puerta de El Corte Inglés, suceso, por cierto, que jamás ha ocurrido en el Occidente civilizado para desdoro de los gerentes del top manta, unos completos ignorantes en materia musical.
Lo interesante de que un partido político haya votado en contra de la aplicación de este impuesto revolucionario no es que lo haya hecho después de cerdear varios meses con este asunto sin explicar cual era realmente su posición. Lo grave es que la posibilidad de dar carta de naturaleza a una injusticia manifiesta, un robo evidente, una extorsión masiva de estas características haya llegado a discutirse en la sede de la soberanía nacional.
Pero como la ignorancia es osada y el dinero fácil muy goloso, los chicos de la SGAE se han puesto solemnes y han advertido a los ciudadanos de que impedirles meter sus manos en nuestros bolsillos es un grave atentado contra la democracia. Con dos cojones.
Para la SGAE, el hecho de que usted grabe en una cinta de video la comunión de la Yeni sin pagarle el diezmo es un hecho que atenta gravemente contra el derecho internacional. Es decir, que si felizmente el artículo siniestro que establece el canon digital es eliminado de la ley de propiedad intelectual, España necesitará varios millones de agentes de la Interpol para poder detener a tanto delincuente.
En su nota de prensa tras la votación en contra del Senado, la SGAE afirma que se trata de una "irresponsabilidad impropia en una democracia moderna basada en el respeto a las leyes y a los derechos individuales". Precisamente porque somos demócratas y respetamos las leyes y los derechos individuales estamos en contra de que Teddy nos cobre un impuesto a todas luces ilegal, por más que los artistas beneficiarios del cotarro sean de la pandi de Carmen Calvo.
Hay más de un millón de usuarios de Internet, en su mayoría gente joven, que puede decidir su voto por una cuestión aparentemente tan nimia como ésta (no lo es, como no lo es cualquier decisión que afecte a la libertad individual). Si Rajoy consigue meterle en la cabeza a los elorriagas y los arriolas este dato, igual le permiten seguir oponiéndose a la implantación del canon, al menos hasta que lleguen las elecciones. No es seguro, pero cosas más raras se han visto.