Puesto que el Gobierno se conduce en materia exterior con los principios de la geopolítica progre, según la cual cualquier guerra en la que participe Norteamérica es ilegal, injusta, ilegítima e inmoral, resulta necesario señalar que la decisión de Zapatero de involucrarnos en una guerra en Libia tiene esas mismas cuatro íes a pesar de que cuente con el aval de la ONU.
Un marchamo, por cierto, que no hubiera impedido la oposición violenta del PSOE a la segunda parte de la Guerra de Irak en caso de haberse producido, como el mismo D. José Blanco, por aquellos tiempos simplemente "Pepiño", se encargó de asegurar repetidas veces en sus arengas diarias a La Brigada Ligera del Bongo (Federico dixit) y los nutridos regimientos de Lanceros Culturetas. En aquellos momentos un PSOE convencido de que no iba a llegar al poder al menos en ocho años, no se cansaba de afirmar que aunque la ONU autorizara los ataques para expulsar a Sadam del poder, los socialistas iban a salir a la calle detrás de los Bardem a llamar asesinos a Aznar y Bush.
En realidad el propio ZP se encargó de mostrar al mundo su verdadero respeto a las resoluciones de la ONU cuando se sentó al paso de la bandera norteamericana en el desfile nacional de 2003, aunque para esas fechas lo de Irak era ya una operación bendecida por todos los organismos internacionales.
Por tanto ya puede Zapatero decir misa, con perdón, pero en estos momentos es el lacayo mayor de los yanquis, a los que va a ayudar en esta nueva guerra por el petróleo, que es lo que dicen los medios progres cuando las hostilidades se declaran en Oriente Medio y los norteamericanos andan por medio.
En caso de que las tropas aliadas actúen finalmente en la patria de Gadafi, por cierto otro progresista de tronío, y dado que en toda guerra hay víctimas inocentes, supongo que los medios progresistas no tendrán inconveniente en volver a colocar en sus portadas imágenes a cinco columnas de niños destrozados por las bombas aliadas, como hacían a diario cuando estaba la derecha en el poder.
Digo esto a ver si entre todos animamos a los palanganeros supraciliares y nos dan una satisfacción desfilando por las calles con los bongos y una foto del Lewinsky leonés con uniforme de las SS, como hacían con Aznar. El éxito está asegurado, porque tres generaciones de la familia Bardem detrás de una pancarta son capaces de acabar con cualquier Gobierno belicista. ¿Qué apostamos?