Menú
Pablo Molina

Una cúpula con forma de ceja

Cada uno pone libremente precio a su trabajo, y mientras haya clientes que estén dispuestos a pagarlo las opiniones de los demás son irrelevantes. El único problema es que entre el consorcio que ha pagado la obra de arte estamos usted y yo.

El repaso al gotelé polícromo que el artista Barceló le ha dado a la sala del palacio de la ONU dedicada a la promoción de los derechos humanos, se enmarca en el proyecto redentor de la humanidad desfavorecida al que ZP viene dedicando una enorme cantidad de recursos públicos, casualmente procedentes del bolsillo de todos los españoles.

La obra de arte del mallorquín, a cuyo lado la Capilla Sixtina palidece de envidia, con seguridad será admirada por las generaciones futuras como una de las grandes aportaciones a la historia del arte universal. Y todo por el módico precio de dieciocho millones de euros, de los que una tercera parte ha ido directamente al bolsillo del insigne autor.

Al contrario de quienes se escandalizan por el precio que ha puesto a su obra, particularmente no tengo nada que objetar a la cuantía de la minuta presentada por Barceló. Cada uno pone libremente precio a su trabajo, y mientras haya clientes que estén dispuestos a pagarlo las opiniones de los demás son irrelevantes. El único problema es que entre el consorcio que ha pagado la obra de arte estamos usted y yo, sin ir más lejos, y lo cierto es que una capa de yeso proyectado, con unos pijotronchos pintados de colorines colgando del techo no es precisamente el concepto más extendido de lo que debe ser una obra de arte inmortal.

Barceló es uno de los artistas que hacían el gesto circunflejo en la pasada campaña electoral para pedir el voto a ZP, aunque evidentemente no haya sido ese el motivo de haberle elegido para acabar con la pobreza en el mundo a base de gotelé. Porque si lo relevante para haberle realizado a él dicho encargo es su condición de zejatero, se produce entonces un agravio comparativo de difícil solución. Hubo otros muchos artistas que se significaron con el de la ceja, que están deseando también contribuir a la promoción de los derechos humanos universales a razón de seis millones la performance, aunque procedan de los fondos destinados a comida y vacunas para los niños del tercer mundo. Tal vez un concierto solidario con la participación de los zejateros al completo y Concha Velasco, socialista de toda la vida, en papel de maestra de ceremonias sea la única solución para compensar la ofensa.

Si Barceló tiene ya su cúpula que Moratinos le pague al resto una cópula, porque de lo que se trata, como siempre, es de que la caterva de solidarios nos la meta doblada. Salvar a la humanidad exige estos sacrificios, qué se le va a hacer.

En Sociedad

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Escultura