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Pablo Molina

Pero mira que son pesados

Son las prebendas lógicas del líder de cualquier secta. En unas el gurú se acuesta con las jovencitas adeptas y en esta de la calentología el macho alfa contamina más que dos millones de fieles juntos.

La última acción revolucionaria para salvar el mundo puesta en marcha por diversos kolectivos ecologistas (que como todo el mundo sabe se financian exclusivamente con las aportaciones de sus miembros y jamás han recibido una subvención), es afearles la conducta a los propietarios de coches deportivos o todo-terreno.

Vaya por delante que a mí los coches deportivos me parecen una horterada (excepto los Ferrari) y los todo-terreno para conducir en ciudad una cosa incomodísima, pero a nadie en su sano juicio se le ocurriría insultar a sus propietarios por ejercer su derecho a gastarse su dinero en el coche que les plazca. A los ecologistas sí.

No basta con que los impuestos que gravan la adquisición de un coche penalicen al alza a quien osa comprar un vehículo de gran cilindrada. Ahora también tendrá que soportar las broncas callejeras de los calentólogos, empeñados en salvar al mundo aunque para eso haya que abofetear a algún conductor insolidario.

Del jet privado de Al Gore, en cambio, no tienen nada que opinar, y eso que el asustaviejas por antonomasia lo utiliza hasta para ir a la farmacia de la esquina a comprar su dosis mensual de botox. Como escuché decir a uno de sus fieles, a Él se lo perdonamos porque está luchando por salvar a la humanidad. Son las prebendas lógicas del líder de cualquier secta. En unas el gurú se acuesta con las jovencitas adeptas y en esta de la calentología el macho alfa contamina más que dos millones de fieles juntos, pero como lo hacen por la salvación del mundo no sólo se les recrimina su actitud sino que encima se lo agradecen.

Los ecologistas de la rama calentóloga, preponderante dentro del movimiento a escala mundial, se han constituido en "árbitros del clima". No lo digo yo, lo dicen ellos. Y añaden, para los más despistados, que su poder interventor emana de "la autoridad moral que confiere la salud de las personas y las desastrosas consecuencias del cambio climático".

Supongo que cuando no queden conductores que amonestar se dedicarán a disparar a las vacas, cuyas deposiciones expulsan a la atmósfera toneladas de metano, un gas mucho más peligroso que el ingenuo CO2. De hecho una vaca contamina al año lo mismo que un coche que recorra diez mil kilómetros. Tengan cuidado los ganaderos si ven a parecer por la alquería algún grupúsculo de cuarentones con trenzas rastafari y camisetas alternativas. Después de la epidemia de las vacas locas probablemente empiece la de las vacas insolidarias, a las que habrá que sacrificar aunque los propietarios se queden sin sustento. Todo sea por cuidar el planeta. Y la chequera de Al Gore.

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