Las consecuencias inmediatas del cambio de Gobierno producido en varios miles de ayuntamientos de toda España demuestran que la ley histórica basada en la equivalencia Socialismo = Ruina no admite excepciones. Es una Ley de Hierro de la política que se cumple de forma inexorable, especialmente cuando un alcalde socialista abandona el consistorio tras al menos ocho años de mandato. No porque el socialismo no sea capaz de arruinar a un municipio entero en un plazo menor, sino porque para completar su obra y que la destrucción sea absoluta hasta los socialistas necesitan, al menos, dos legislaturas.
La certeza del fin de sus mandatos, salvo honrosas excepciones, no ha servido para que los alcaldes del PSOE hagan un esfuerzo de austeridad con el fin de dejar a su sucesor unas finanzas aseadas. En algunos casos ni siquiera se han ocupado de que exista un control riguroso de las cuentas para que el alcalde entrante tenga una idea aproximada de la ruina que hereda, porque hasta los libros de contabilidad han desaparecido y los registros informáticos borrados.
La parte más grotesca de todo este asunto es que los mismos que no sólo han arrasado las arcas públicas sino que además han generado deudas insostenibles para el tamaño de sus municipios son los mismos que pasado mañana se manifestarán a las puertas del ayuntamiento para protestar por los "recortes sociales" de la derechona. El PP recorta derechos, será el lema, pero no explicarán que es porque antes ellos los han hecho inviables a base del despilfarro estructural que inevitablemente genera el socialismo allí donde se aplica.
El felizmente extinto "cinturón rojo" de Madrid es quizás el ejemplo más obsceno del derroche de unas administraciones politizadas hasta la médula, pero los casos se multiplican en toda España. Hay ayuntamientos que han tenido que negociar sus deudas con las compañías de agua, gas y electricidad para que no les corten el suministro, lo que da una idea bastante aproximada de la forma en que han sido gobernados en los últimos tiempos.
Con su política de tierra quemada, los ediles socialistas revelan la importancia que en realidad otorgan a la labor de servicio a los ciudadanos para la que fueron elegidos. Primero el PSOE, después sus dirigentes, a continuación los militantes y, en último lugar, si es que queda algo, las necesidades de los ciudadanos. Unos patriotas, los tíos.