"Nada ha dado ni dará mejores frutos para la erradicación definitiva del terrorismo que la combinación de la acción policial decidida y constante, la eficaz cooperación internacional, la movilización de los ciudadanos y la unidad de los demócratas."
Reconozco que la frase puede parecer abiertamente subversiva en un momento en el que el diálogo con la banda terrorista se ha convertido en el eje de la política nacional, pero sepan que no está sacada de ningún discurso de Mayor Oreja, ni siquiera de una conferencia de Aznar por tierras norteamericanas, sino de la página cuarenta y seis del programa electoral del PSOE para las elecciones de marzo de 2004.
A partir del 14-M, vaya usted a saber por qué (o mejor, no vaya), Zapatero llegó a la conclusión de que la clave para solucionar el problema del terrorismo de la ETA no era lo que proponía con tanto ahínco en su programa, sino exactamente todo lo contrario. De la "acción policial decidida y constante" hemos pasado al chivatazo para sabotear operaciones antiterroristas, de la "eficaz cooperación internacional" a llevar a Batasuna bajo palio al parlamento europeo para que explique las bondades de la rendición del Estado de Derecho y de "la movilización de los ciudadanos y la unidad de los demócratas" a desacreditar desde el gobierno y sus terminales mediáticas todas y cada una de las protestas ciudadanas en contra de la negociación con la ETA.
Sólo hay dos personas en España que se leen los programas electorales, José Luis Balbín y yo. El inolvidable director de La Clave, que acompañó a tantos adolescentes en su tránsito al pensamiento adulto, lo hace para decidir su voto. En mi caso, utilizo esas lecturas para comprobar los atentados contra la gramática castellana y vacunarme contra ellos en la medida de lo posible, un objetivo mucho más útil que el decidir a quien castigar con el voto, según yo lo veo. Luego pasa lo que pasa, se cotejan los mensajes electorales con las decisiones de gobierno y los partidos quedan en evidencia.
¿Qué pasó tras el 14-M para que el PSOE diera un giro de 180 grados (un progre diría de 360) en un asunto tan importante como la lucha antiterrorista? Pues sencillamente el hecho de ganar las elecciones, algo que nadie creía posible hasta la mañana del 11 de marzo de 2004. En esa clave hay que interpretar todo lo que ha ocurrido después.
También hablaba el programa electoral del PSOE, dentro del mismo capítulo, de mantener "el apoyo moral y material a las víctimas de la violencia terrorista", cuya aplicación práctica una vez llegado al gobierno fue el nombramiento de Peces Barba y los ataques constantes contra el presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo.
Decía Tierno Galván que los programas electorales están para no cumplirlos, pero lo que ha hecho Zapatero con su programa del 2004 es ya una obscenidad. El viejo profesor debe hacer palmas con los metatarsianos desde el más allá.